Lo verdaderamente grave es la deriva antidemocrática del PSOE, que acude sumiso a pagar en Ginebra a un delincuente la factura de la investidura de Pedro Sánchez
El secretismo y la opacidad con la que PSOE está tratando sus reuniones con Junts en Suiza no denota que sientan vergüenza por lo que están haciendo -ojalá fuera eso- sino que obedece simplemente a una estrategia -probablemente equivocada- de intentar minimizar el daño a su imagen que suponen estos encuentros 'en el exilio' ante un verificador internacional.
Pero el PSOE no siente vergüenza, no. Han asumido que la mejor forma de afrontar las humillaciones a las que le somete el prófugo Carles Puigdemont es darles un barniz de naturalidad y absoluta normalidad.
Como si lo cotidiano fuera irse al extranjero a negociar el futuro de España con un delincuente, Sánchez ha ensalzado incluso ese "diálogo" y la existencia de un verificador, porque "si dos no se entienden, el que nos acompañe un tercero en esa labor de verificación es una buena noticia porque nos puede ayudar efectivamente a llegar a acuerdos", dijo en TVE esta semana.
Pedro Sánchez reconoce que la Ley de Amnistía no estaba en sus planes inmediatos, pero es una medida coherente. En su 1ª entrevista, tras ser reelegido como presidente, aquí en RTVE, defiende la presencia de un verificador con los independentistas.
— Telediarios de TVE (@telediario_tve) November 30, 2023
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Tan convencidos están o aparentan estar de que hacen lo correcto que incluso consideran que están siendo transparentes y hasta presumen de ello. "Discreción en las conversaciones, absoluta transparencia en los acuerdos. Siempre", afirma el director de Comunicación del PSOE, Ión Antolín, en las redes sociales, tras anunciar este sábado el nombre del verificador.
Primer acuerdo en el diálogo entre PSOE y Junts comunicado a todos los medios de comunicación HORA Y MEDIA después de finalizar la reunión. Discreción en las conversaciones, ABSOLUTA TRANSPARENCIA en los acuerdos. Siempre.
— Ion Antolín Llorente (@ionantolin) December 2, 2023
Se trata de una impostura que no aguanta una simple pregunta como la que ESdiario le lanzó al propio Antolín con la esperanza de lograr una respuesta acalaratoria en aras de esa "absoluta transparencia". ¿Quién paga los viajes, quién paga al verificador?. La respuesta habla por sí sola: "Habla usted como si le hubiesen pedido dinero para la cosa", dijo emulando aquel famoso "y a ti que más te da" que le espetó Patxi López a un periodista que se interesó por el listado de socialistas en las cenas del Tito Berni.
Es evidente que sí, que los que vamos a pagar los gastos de esas reuniones somos los ciudadanos españoles con nuestros impuestos. Ya sea el PSOE o el Gobierno el que asuma las facturas, será dinero público el que costee ‘la fiesta’.
Así que, aunque algunos socialistas hayan perdido de vista hasta quién les paga su sueldo, los ciudadanos tenemos todo el derecho del mundo a exigirle al PSOE que nos aclare quién paga eso y cuánto cuesta.
En todo caso lo más grave no es eso, ojalá el problema mayor fuera el de un mal empleo del dinero público. Lo verdaderamente grave es la deriva antidemocrática del PSOE, que acude sumiso a pagar en Ginebra a un delincuente la factura de la investidura de Pedro Sánchez.