| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente de Irán, Hassan Rohani.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al presidente de Irán, Hassan Rohani.

Sánchez y su ridículo con el ataque de Irán a Israel deja a España al otro lado

El presidente del Gobierno primero decide presentarse como el salvador de la guerra en Gaza y tras este ataque desmarca a España de sus aliados perjudicando gravemente nuestra posición.

| Alberto Alonso Opinión

El ataque con drones, misiles balísticos y de crucero sufrido por Israel este fin de semana tiene una particularidad que lo hace especialmente significativo. Desgraciadamente los israelíes están acostumbrados a que sus ciudades sean objetivo de este tipo de bombardeos. Y desgraciadamente no suelen ser centro de la atención mediática, más que acostumbrada al lanzamiento de proyectiles por parte de milicias más o menos organizadas contra la población civil. En definitiva, son parte del oscuro paisaje de Oriente Próximo.

Pero esta vez, lo extraordinario no es la acción, sino su procedencia. Irán ha realizado un ataque directo desde su propio territorio. En términos de política internacional es un hecho muy relevante que eleva peligrosamente la tensión en la zona. Pocos analistas habían anticipado que Irán daría este paso. Todos los ojos estaban puestos en Cisjordania y Líbano, es decir, en Hezbolá como intermediario de la represalia iraní al ataque que Israel perpetró en Siria el pasado 1 de abril.

Pero esta vez, Irán prescindió de sus 'fuerzas proxy' para arremeter “a cara descubierta”, transmitiendo un claro mensaje a Israel y a sus aliados occidentales. De hecho, parece que Irán se preocupó más por la forma -el despegue desde su territorio- que por el fondo –“solo” 200 lanzamientos relativamente fáciles de interceptar-.

Entendido esto, los diferentes líderes occidentales fueron conscientes de la gravedad de la acción -por la forma- y expresaron su decidido apoyo a Israel condenando la misma con claridad y sin dilación llegando, en el caso de EE.UU, Gran Bretaña y Jordania, a interceptar varios elementos en defensa de Israel. Lo hicieron sabedores de que en la política internacional los tiempos cuentan y de que una respuesta rápida se interpreta como una mayor determinación en la postura adoptada. Todos fueron conscientes que de con esa respuesta nos jugamos mucho.

Era necesaria una contestación oficial sin fisuras que mostrara con claridad que la defensa de la soberanía nacional de los países y de los valores democráticos de Israel es una prioridad. Un mensaje unívoco y unísono que, en contra de lo que pudieran parecer a simple vista, ayudara a enfriar la situación dejando patente la condena a Irán y el apoyo a Israel.

Debemos dejar claro a las autocracias, teocracias, dictaduras… que estamos del lado de Israel como estado democrático occidental. Ahora más que nunca aquellos actores internacionales que presionan nuestro modelo de vida y nuestros valores deben tener claro que no hay medias tintas ni fisuras.

 

Pero hete aquí que un tal Pedro -conocido como Antonio en la esfera internacional- no quiso perder la ocasión de ofender a Israel y que últimamente es objeto de su inquina personal. Lo hizo retrasando su reacción a los ataques calificándolos después de “acontecimientos” y desmarcando a España de sus aliados perjudicando gravemente nuestra posición como socio fiable y comprometido en la esfera internacional.

Antonio reclama su protagonismo en el Mundo y escogió hacerlo presentándose como el impulsor de la solución al conflicto en Palestina ¡Ni más ni menos! Y no ha sabido ni escribir un tuit en tiempo y forma.

La verdad es que a nadie le importaría sino fuera porque representa a España, un país que, por historia y relaciones con el pueblo musulmán e israelí, podría ser un valioso recurso diplomático para alcanzar consensos y acuerdos entre todas las partes. Lo que sí supo interpretar Felipe González hasta llegar a los Acuerdos de Madrid en el 91, ahora es una entelequia en la cabeza de Pedro Sánchez.