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Daniel Sancho.
Daniel Sancho.

Daniel Sancho: no es un psicópata

Cuando se empieza a analizar desde la óptica psiquiátrica la biografía de Daniel Sancho se pueden obtener algunos indicios o impresiones interesantes para comprender parcialmente los hechos

| José Carlos Fuertes Opinión

Está siendo sin duda el tema del verano.  Quizá por morbo o también por el miedo inconsciente que a todos nos dan este tipo de historias y que se resume en esta pregunta: ¿Como es posible que un muchacho “aparentemente normal” llegue a cometer un crimen de estas características?

Cuando se empieza a analizar desde la óptica psiquiátrica la biografía de Daniel Sancho se pueden obtener algunos indicios o impresiones interesantes para comprender parcialmente los hechos.

 Unos, compañeros de su adolescencia y amigos ven a Daniel Sancho como un chico casi modélico y desde luego incapaz de una conducta tan atroz; mientras que otros destacan en cambio su narcisismo, arrogancia y chulería, llegándose a afirmar que su padre estaba harto de él. Pero esta ambivalencia no es nada extraña. La personalidad del ser humano es compleja y, a veces, ya sea por la genética o por el entorno/ambiente, o por la mezcla de ambos, presenta anomalías o trastornos.

 Por lo que ha aparecido en los medios, insistimos, solo por eso, ya que no tenemos más información, Daniel pudiera tener rasgos anómalos de personalidad, pero lo que no nos parece es que sea un psicópata, (al menos como es descrito en los sistemas de clasificación oficiales), tal como se viene manifestando de forma poco rigurosa por expertos y por no tan expertos, y también a pesar de las manifestaciones en la rueda de prensa que ha dado la policía tailandesa.

  Un acto puntual no define una personalidad. La forma de ser es un patrón de conducta estable, continuo, que determina las respuestas que el sujeto va a dar ante los diversos avatares que se le presenten en su proceso vital y que se construye por la suma del temperamento (genética) y del carácter (ambiente).

  Un acto puntual no define una personalidad.

Nos dicen estos días, de forma repetitiva, que cualquier ser humano puede ser un homicida. Cierto, pero en mi opinión solo lo llega a realizar en determinadas circunstancias muy estresantes o, también, cuando el sujeto esta intoxicado por sustancias.

Actuar con la agresividad como se ha hecho en este caso (apuñalando, golpeando y posteriormente desmembrando el cadáver), tiene otras consideraciones médico forenses mucho más complejas y no todo el mundo, por mucho que se insista, es capaz de perpetrar un acto tan hostil y atroz como el que estamos viendo.

“Lo he tenido que hacer y cuando sepáis el por qué lo entenderéis”, ha dicho el asesino confeso. Esta frase deja entrever la presión tan poderosa que debía estar soportando, fruto quizá de su extrema debilidad emocional, de su inmadurez psicoafectiva y de su falta de recursos adaptativos. A lo mejor también por miedo, un miedo aparentemente desproporcionado a la acción que se ha ejecutado.  

El asesinno confeso aseguró estar coaccionado

El mismo asesino confeso ha proclamado desde el inicio del proceso que estaba “coaccionado”, “secuestrado”, “agobiado” mentalmente por la víctima. Al parecer uno quería romper la relación (Daniel), mientras que el otro (victima) quería seguir adelante con una “amistad”, y este, la víctima, además, amenazaba a Daniel con hacerle daño no solo a él y sino también a su familia.

Como se puede ver este caso tiene muchas aristas, tal y como dice la ilustre jurista, criminóloga y, ahora también portavoz de la familia de Daniel Sancho, Dª Carmen Balfagón. El trágico suceso tiene, además del morbo, algunas otras matizaciones que explicarían, en parte, porque se ha convirtido en una triste novela veraniega.

Aún queda mucho por saber. Que Daniel Sancho asesinó a su amigo el cirujano Edwin Arrieta es algo indubitado y que el mismo ha manifestado desde el principio. Por qué lo ha hecho, sigue siendo psicológicamente un enigma que, tarde o temprano saldrá a la luz.