El 'sinvivir' del PP con la corrupción

En el PP ya están sobrepasados. Han vivido con anterioridad la sensación de cerco. Pero ahora mismo el hartazgo ha superado todos los límites. Los populares llegaron a creerse que sus quebraderos de cabeza empezarían y terminarían en Murcia con la salida de Pedro Antonio Sánchez de la presidencia, e incluso se veían observando desde la barrera al PSOE con sus primarias y el “gamberrismo” político de Podemos paseado por España en el Tramabús.

PP y PSOE están deseosos de evitar, de la mano, tantos shows por la corrupción

Pero el escenario volvió a torcerse para ellos con la operación Lezo, obligándoles incluso a impulsar la comisión de investigación sobre la financiación de sus siglas urgida por los socialistas que echará a andar este jueves. La dirección popular estaba en la obligación de transmitir a la opinión pública que no ponía cortapisas a iniciativas destinadas a escrutarles.

“¿Qué pueden sacarnos más si hasta el gasto en unos chuches ha sido aireado en los sumarios?”, preguntaba retóricamente un mandatario de Génova. En este clima, se han sucedido numerosos contactos entre populares y socialistas, deseosos de evitar -de la mano- shows innecesarios. No les convienen ni a unos ni a otros.

Con todo, en el seno del PP llama la atención que la actualidad política-informativa se rija por reglas distintas. El estallido del escándalo del Canal de Isabel II en Madrid puso sordina al listado definitivo de ex altos cargos del PSOE-A que se sentarán en el banquillo de los acusados por los EREs: serán 22, con dos ex presidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, a la cabeza.

Sin embargo, C’s utiliza las convulsiones de la corrupción para exprimir a los populares, un comportamiento distinto al que muestra con los socialistas. Detrás del pulso de Albert Rivera a Mariano Rajoy, hay, claro, casi medio millón de votantes que fluctúan entre una y otra formación.

Diputados populares vuelven a palpar en la calle el deterioro de su imagen pública

Esa cifra, que va y viene, resulta decisiva para los naranjas. La pelea por el espacio del centro derecha tensa la convivencia entre Rivera y Rajoy y cualquier oportunidad es buena para tratar de fidelizar a su base electoral, aunque por el camino pueda quedarse la presunción de inocencia o evidencie una doble vara de medir. Los españoles están cada día más escandalizados por el saqueo que han sufrido nuestras instituciones y el tema de la lucha contra la corrupción se convierte en prioritario.

En ese viaje, diputados populares vuelven a palpar en la calle el deterioro de su imagen. Los comportamientos corruptos del pasado, cierto, han destrozado la historia de la gestión del Partido Popular en Madrid, ha generado frustración y desaliento en sus bases, y ha creado un estigma sobre la marca de complicada reparación.