| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Albert Rivera y Mariano Rajoy, en un encuentro en La Moncloa.
Albert Rivera y Mariano Rajoy, en un encuentro en La Moncloa.

Los manejos de Rivera estresan al PP que le cuelga el sambenito de “desleal”

En el imaginario colectivo son “socios” del PP, pero siempre que las cosas se ponen feas Ciudadanos recurre a la misma táctica. Tantas veces lo ha hecho que el Gobierno se tambalea.

| Ricardo Rodríguez Opinión

“Nadie reclama a C´s una adhesión inquebrantable sino un mínimo de lealtad”. La queja resuena en la bancada del PP. La desconfianza dirigida contra los naranjas es una constante en las conversaciones de los populares. “Cuando las votaciones vienen mal dadas en las Cortes, éstos recurren siempre a la misma jugada, viran, tiran de abstención y nos dejan caer”, inciden autorizadas voces oficiales. En la propia jerga marianista se oye decir: “Pues, oiga, menudos socios nos hemos echado a la espalda…”.

En el juego de la política nada es casual. Albert Rivera camina por el alambre de la calculada equidistancia con Mariano Rajoy. Le abrió la puerta del Poder con su pacto de Investidura, pero se la cierra a diario de golpe en la Carrera de San Jerónimo. El abrazo y la bofetada son convenientemente mezclados en el cóctel del contigo (Mariano) pero sin ti (Rajoy). C´s acostumbra a moverse en un terreno movedizo donde la cuerda nunca es cortada del todo, pero se tensa al límite. Ese complejo rol puede llevarles del tono amable a la contundencia en un mismo día, incluso en cuestión de minutos.

Basta echar la vista atrás, y de ello se encargan a menudo los populares, para reafirmarse en su incestuosa relación con los autodenominados centristas. El rechazo al decreto de la estiba – con la abstención en el tiempo de descuento de la formación naranja que horas antes había comunicado su disposición a apoyarlo – supuso el inicio de un “suma y sigue” de desmarques de enjundia que han llevado al Partido Popular a solemnizar contra Rivera ese sambenito de “desleal”. Tampoco hace falta remontarse tan lejos. Como en otras tantas ocasiones, ocurrió con la gestión del adoctrinamiento en las escuelas, sin ir más lejos.

La tensión vivida en el Pleno propició en aquella ocasión, además de un rechazo del PSOE, la abstención del PP, y la consiguiente derrota de la iniciativa de C´s. Pues bien, en esa historia muy pocos pueden llamarse a engaño. La responsable popular de Educación, Sandra Moneo, llevaba meses de arduas negociaciones con su homóloga naranja, Marta Rivera de la Cruz, para presentar juntas una propuesta. Moneo fue informada sin posibilidad de reacción por una desventurada Rivera de la Cruz de la ruptura y de la salida a escena de Toni Cantó. Su intervención le permitió fardar de body y dejar al Ejecutivo tocado bajo el ruido de las rotativas

La cosa quedó clara. La política en gran manera también resulta ser eso. Subirse a la ola que surge o puede crearse. No hay que engañarse. Así pues, es fácil prever que las zancadillas y los reproches entre unos y otros sólo pueden ir a más. Para evitar riesgos, el Consejo de Ministros ya se salda con medidas y decretos menores y las previsiones de los titulares de los departamentos brillan por su ausencia. Nadie aventura grandes proyectos, más allá de los Presupuestos Generales del Estado de 2018. La Moncloa y el Parlamento colgarán el cartel de “cerrado”. El resto se dará por añadidura.