| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El Puerto de Valencia en ¿Països Catalans?

| Pedro Nuño de la Rosa Edición Valencia

Vergonzosa en la última sesión plenaria del Congreso de los Diputados la actuación de un diputado de Junts, primero en intervenir, a la proposición no de Ley, sobre la ampliación de la terminal Norte del puerto de Valencia, dejando muy claro que ellos estaban allí, en el Parlamento de los (ocupacionistas)  españoles, para defender exclusivamente a una Catalunya independiente, republicana, y nada más con el Reino de España;  así pues, que le fueran dando a sus “compañeros de viaje” hacia la Arcadia Feliz catalana: el “País Valencià” (dixit), conjuntamente con a Les Illes Balears, por donde amargan los pepinos presupuestarios; ítem más, los únicos puertos donde les preocupaban mejoría y ampliaciones eran Barcelona y Tarragona.

Por supuesto, a semejante insolidaridad con una de las futuribles vías de desarrollo de la Comunidad Valenciana para intercambiar mercancías con el resto del mundo, se sumaron obviamente ERC en su habitual derbi a primera sangre separatista con Junts per Cataluña, los desencapuchados de Bildu que deben estar soñando con una Armada vasca con base militar en las ría del Nervión.

Sin embargo lo que sí que nos sorprendió en el Levante, todavía más por la cercanía patria, fue el posicionamiento de la estrábica diputada de Sumar (ex Bloc) Àgueda Micó, con paráfrasis tan demagógica como “no queremos un gran puerto que tenga una ciudad, en lugar de una gran ciudad que tenga un puerto”, echándole la culpa capitalista a los desaprensivos navieros Boluda y compañía, auténticos depredadores de lo “Verde que te quiero verde” (según la progresía retardataria), cuya desmedida ambición pretende que el puerto valenciano pueda competir con Barcelona y Tarragona, el de Algeciras o Cartagena, por no hablar de Marsella, Génova, El Pireo, o Estambul, pasando a convertir El Grao en un parque acuático tipo Yas Waterworld en Abu Dabi, club náutico social deportivo y museo de la marinería desde épocas fenicias y otras ocurrencias lúdicas.

No contenta con semejante estulticia utópica, de paso cañazo, la ilusoria Micó puso a caldo a los socialistas por apoyar el proyecto presentado por el PP. Grave contradicción política en los pactos de Estado, ya que, si en Madrid Yolanda Díaz apoya sin fisuras al Gobierno de Sánchez, como el matrimonio político mejor avenido, en Valencia su secuaz Àgueda amenaza con derribarlo. Así pues, no es de extrañar que Compromís tenga menor chance en las encuestas que Unión Valenciana, fagocitando Sumar a nuestro pseudoindependentismo de medio pelo.

El viejo dicho “al enemigo, ni el agua” bien lo recordamos en el sureste español desde Castellón a Almería, cuando las comunidades autónomas de Valencia, Murcia y Andalucía solicitaron el agua sobrante, sólo de la dulce que va a derramarse al mar salado en la desembocadura del Ebro, y la Generalitat Catalana, hoy sedienta, amenazó entonces a Aznar con echarle la gente a la calle, armando un revuelo preludio del que vendría en el 2017, consiguiendo cercenar un proyecto que ya estaba totalmente diseñado desde los planes de alta ingeniería hidráulica, conducciones, bombas elevadoras, etc., hasta los costes con sus cálculos precisos en su gran parte soportados por el Gobierno central con 660 millones de euros, y casi el doble, 1.100 millones, que acoquinaban las empresas privadas.

Ya está bien de trileros que se aprovechan de una España a la que dicen que no pertenecen

Y así podríamos seguir con tantos ejemplos como para editar un volumen demostrativo sobre el ninguneo, desprecio y a veces hasta animadversión de la Generalitat Catalana gobernada por los independentistas contra la Valenciana y su pueblo, aunque, tampoco concebimos la abstención de Vox, socio de Mazón a la derechísima, y de un presumido neoliberalismo capitalista.

Sí 260, no 52 y 38 abstenciones fue el resultado final de la votación a favor de la ampliación del muelle valenciano con una utilidad mercantilista que redundará en beneficio de la propia Comunitat Valenciana y por supuesto de la capital autonómica, demostrando que, si tanto el PSOE como el PP votarán juntos más proyectos como este, España iría mucho mejor. Ya está bien de que prófugos asaltacorrales de Bruselas, trileros que se aprovechan de una España a la que dicen que no pertenecen, o ultraizquierdistas con chalet y buenas colecciones privadas, nos lleven por el sendero de la amargura y de la preocupación constante cuando los políticos debieran pensar en las necesidades más perentorias, y no en sacar tajada demagógica para su minoritario público vocinglero del guerracivilismo. Antes se lía parda en el ámbito de la actual nación española, que los racistas-independentistas consigan su objetivo. Sánchez es el presidente, pero no el propietario de un país nacido entre los siglos XIV y XV