| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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José Luis Ábalos
José Luis Ábalos

De censuras, mociones y premoniciones

La astracanada de Murcia ha llevado a más que curiosas consecuencias en la Comunidad de las siete estrellas, que ahora son ocho.

Vi y oí, ayer tarde en la tele, la corta e irascible respuesta del ministro y secretario de organización del sanchismo, inefable Ábalos hecho un basilisco, al fracaso de su insólita maniobra con Arrimadas en Murcia. Toda una muestra del encanallamiento de la actual estrategia política en España y toda una demostración - en la forma y el contenido- de la guía bolivariana impuesta por Podemos, y
administrada con entusiasmo por el conjunto (o banda) gubernamental. Citando a Plutarco, rememorando al dúo español de los noventa (Amistades Peligrosas) o simplemente reivindicando -ya saben que lo recomiendo siempre- el saber popular español de “que todo se pega menos la belleza”, hay que ver lo que al maestro de escuela valenciano (aquí se le conoce a fondo por su pillería permanente) le vienen influyendo aquellas horas secretas “sin pisar suelo español” con la vice de Maduro. Y, muy probablemente, las maletas también secretas que ayudó a transportar.

La obsesión por la censura -quiero decir por su permanente aplicación- como estrategia autoritaria del gobierno sanchista, dicen que inspirada por un Richelieu laico (faltaría más) y de tercera (o cuarta, à mon avis), junto a la ausencia de control parlamentario que un eterno estado de alarma faculta y la debilidad mental que tan letal combinación produce en terceros (Arrimadas, pongo por caso) ha llevado a la astracanada de Murcia y a más que curiosas consecuencias en la Comunidad de las siete estrellas, que ahora son ocho (contando a Isabel Díaz Ayuso).

Plaza pública, venta de esclavos, habitaciones oscuras, esas son la asilvestradas palabras de Ábalos 

Esa ausencia de control que incentiva un autoritarismo genético y abona un cesarismo patológico, hace del decreto -hemos perdido la cuenta de los que se han aprobado- la herramienta preferida para organizar España de acuerdo con sus particulares, y a menudo ilegítimos, intereses. Una suerte de “acción o efecto de ser movido” que es, precisamente, la primera acepción de la RAE para el término moción. (La segunda es más directa “alteración del ánimo” … y si llegan hasta la sexta …
concluyan ustedes mismos).

Las asilvestradas palabras de Ábalos (plaza pública, venta de esclavos, habitaciones oscuras, etc.) dirigidas a los adversarios que él quiso comprar primero a sus jefes madrileños obligándolos a firmar una indigna y tramposa carta de libertad que posteriormente han roto, pasaría -si lo mereciera- a los anales de la indignidad y la torpeza políticas a partes iguales. 

No me atreví, por neófito, a sostener la hipótesis de lo finalmente ocurrido en mi participación como analista en El Faro de 8 Mediterráneo del jueves pasado. Hoy, a cojón visto, lo celebro. Mientras recomiendo a estos hooligans del adanismo “sin precedentes”, de la “champions league” y del “guiness” se apresuren a registrar el término automoción para su próxima consideración por la Academia, a la manera del de autocensura, que ya existe.

Todo es posible en esta constante manipulación que el sanchismo pretende ejercer sobre el poder judicial

No se ha pronunciado todavía la Justicia -cuando escribo- acerca de cuestión tan de sentido común como que supeditar la posibilidad de adelantar elecciones a la publicación formal del solemne acuerdo de disolución de la cámara parlamentaria por la única autoridad unipersonal que puede hacerlo, es tanto como impedir de facto y con carácter general esa prerrogativa estatutaria. Aunque todo es posible en esta constante manipulación que el sanchismo pretende ejercer sobre el poder judicial. Lo sabremos en breve.

La precognición o premonición como rara capacidad de adelantar lo que todavía no ha ocurrido, se ha ejercido ritualmente ayudada por las vísceras de animales sacrificados. Augures y arúspices observaban el tamaño del corazón y el hígado inmolados, resultando anuncio de catástrofe inminente la pequeñez del primero o el sobredimensionado del segundo.

Mucho me temo que el corazón encogido de la víctima propiciatoria, que no es otra que el pueblo español, elegido para este aquelarre de ineficiencia y desvergüenza a partes iguales, y un hígado incapaz de aguantar mayor volumen, resulten los indicadores de esta desgracia sobrevenida a la democracia española que el amoral desgobierno de Sánchez representa. No hace falta mucha aruspicina para la evidencia.