| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez durante el pleno de investidura
Pedro Sánchez durante el pleno de investidura

Mirando a otro lado

En estas semanas confirman que en política se está convirtiendo en algo habitual mirar a otro lado, tal y como ha quedado demostrado con la vulneración de cuestiones como la Constitución.

| Adrián Cedillo Edición Valencia

Las últimas semanas he sido de esos millones de personas que ha seguido de forma estupefacta el desarrollo de las negociaciones para la reelección de Pedro Sánchez como presidente del gobierno de España. Un proceso que, reconocido por los propios actores, ha sido un auténtico mercado persa en el cual ni los derechos eran un impedimento para que las distintas partes alcanzaran sus objetivos. Básicamente ha sido: “Dame lo mío y yo te doy lo tuyo”. Sin más.

En estas semanas se ha confirmado que en política se está convirtiendo en algo demasiado habitual mirar a otro lado, tal y como ha quedado demostrado con la vulneración de cuestiones tan básicas como aquello de que ‘Todos los españoles son iguales ante la Ley’, que reza la Constitución Española. Un documento que cada vez se queda en más papel mojado para Sánchez o el socialismo que le sigue, ya que no son pocos los artículos o preceptos de la misma que, a la hora de negociar sus sillones y la permanencia en el poder, han sido obviados, mirando de nuevo a otro lado.

A otro lado han mirado también docenas de diputados y cargos socialistas. Lo hacen cuando han apoyado una presidencia que viene manchada para los españoles, pero especialmente para aquellos que no residimos en Cataluña o País Vasco. Así lo han hecho los diputados valencianos, madrileños o andaluces, que con su voto a favor de Sánchez han secundado que nuestras regiones sean comunidades de segunda, quedando desamparadas ante las concesiones desmedidas de Sánchez al independentismo y el nacionalismo. Pues, si bien es cierto que llevamos décadas soportando el trato a favor por un puñado de votos, nunca había llegado a ser tan diabólico.

Y lo es, no sólo por la risa psicopática y terrorífica de Pedro Sánchez sobre el atril del Congreso de los Diputados, la cual bien podría ser del Joker haciendo explotar un hospital de Gotham. Son unos acuerdos diabólicos porque suponen mirar a otro lado cuando se trata de defender nuestra democracia y la integridad de los españoles. Porque desde esta legislatura, más que nunca, el resto de españoles somos de segunda. ¡Gracias Pedro Sánchez!

Pero hay miradas a otro lado que son más molestas todavía si cabe. Y es que somos muchos los que, orgullosamente, venimos siendo reconocidos europeístas desde hace lustros. El amparo de Europa, de los 27 países que conforman la UE, era percibida como un mecanismo de seguridad para mantener un sentimiento de tranquilidad ante posibles amenazas a nuestra libertad y nuestra democracia.

Estos días hemos comprobado que, una vez más, Europa no está ni se la espera, ciñéndose por ahora a asegurarse de que los múltiples retrocesos en materia democrática, cercenando derechos y libertades a los españoles, no supongan un riesgo para la economía común y la devolución de deuda española.

La Unión Europea se ha convertido de nuevo en la Comunidad Económica Europea, regresando décadas atrás en el valor que para todos supone. Mientras, España ha retrocedido más si cabe, abocándonos a un futuro incierto, más cerca de lo anterior al 78 que a los años dorados que vivimos a final de siglo.

Es el efecto de mirar a otro lado por parte de tantos. Me quedo al menos con esos millones que no miramos ni miraremos a otro lado. El futuro de España está en juego.