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Pedro Sánchez: lo que el PP se merece y España puede que no

| Vicente Climent Edición Valencia

El PP se merece lo que le ha pasado. Por jugar al empate y pensar que lo que pierda yo lo ganará C's, y sumando aún nos sobran escaños. Por no escuchar el murmullo regeneracionista y no abordar las reformas que este país necesita, y que habrían de comenzar con la de la Ley Electoral de manera que se acabe con el mercadeo de que el futuro de España dependa siempre de quienes no quieren que España tenga futuro.

Se ha de valorar más pronto que tarde si la doble vuelta debe instituirse y si se ha de contemplar que siempre gobierne la lista más votada aunque carezca de mayoría absoluta. Para ello hará falta un consenso de las fuerzas constitucionalistas, que siguen siendo mayoritarias, pero que han de superar el cortoplacismo de la táctica electoral. La misma que hará que el PSOE retrase lo más que pueda la convocatoria de elecciones, siempre y cuando el ambiente político no se deteriore más.

El PP se merece lo que le ha pasado. Pero España no se merece lo que le puede pasar. Que el Gobierno sea socialista aun con el peor resultado electoral de su historia, y que los socialistas alcancen el poder a través de una moción de censura son dos cosas perfectamente asumibles en Democracia. Y deben ser asumidas. Además este gabinete, con alguna gloriosa excepción, no tiene mala pinta. Lo que cuesta entender es que ese Gobierno nuevo dependa para sobrevivir de cuatro partidos abiertamente independentistas, dos vascos y dos catalanes, a los que además se contraría con los nombramientos de Josep Borrell y Fernando Grande-Marlaska, con lo que el peligro de inestabilidad aumenta.

En este patio revuelto en el que se encuentra España -y del que la Comunidad Valenciana, como ya hemos escrito, no va a poder quedar ajena- vamos a ver la paradoja extrema de que el PP enmiende apreciablemente en el Senado sus inmejorables PGE, y la izquierda y el PNV reviertan esas modificaciones para preservar el nefasto Presupuesto que se hereda de los populares, y sin el que los socialistas no podrían gobernar porque los nacionalistas vascos no le hubieran prestado sus votos. De locos. El PP atacando sus presupuestos, y sus críticos, defendiéndolos.

¿Qué más va a hacer el PP? Oposición. Dura. Pero no creo que más que la que Mónica Oltra, Josep Moreno o Ignacio Blanco practicaron en la Edad de las Camisetas contra Francisco Camps o Alberto Fabra. No teman los incondicionales del nuevo Gobierno -que lo son desde antes incluso de ser conocidos sus componentes-, que ya se ponían la venda antes de ser heridos, porque no parece probable una afiliación masiva de militantes del PP a la 'Asociación Nacional del Rifle'.

Y como el PP va a hacer oposición, a Ciudadanos le tocará redefinir un papel que creía exclusivo. Ya no podrá repartir palos y zanahorias, a diferencia de lo que hacía con Rajoy. Además, los pescozones que ahora dé saldrán en los telediarios después de los que propine el PP. Sólo lo que los tribunales le resten a los azules dará fuelle a los de Albert Rivera. Que tampoco es poco.

¿Qué ha hecho y qué puede hacer Pedro Sánchez para evitar ser efímero? De momento constituir un Gobierno efectista, popular, con el que “compensará su soledad parlamentaria poniendo de su parte a la opinión pública”, como dice el veterano periodista y director Enrique Arias-Vega. Como hizo en las primarias, añado yo. ¿Militantes versus aparato?, pues ahora votantes versus diputados.

Hay dos cosas más que, en principio, blindan a Sánchez al frente del Gobierno. Una es la posibilidad que le da la Constitución de convocar elecciones sólo para una cámara, con lo que en cualquier momento podría disolver el Senado, que es donde el PP se va a atrincherar. Sería una jugada arriesgada porque lo que pierda el PP no necesariamente lo va a ganar el PSOE, que podría verse con una situación de aritmética parlamentaria fragmentada en ambas cámaras, y eso, dadas las alternativas, es otro factor de peligro para el país.

Y tampoco despreciemos la prevención con la que los partidos que no son claramente constitucionalistas deben contemplar la posibilidad de hacer caer en poco tiempo a un segundo presidente del Gobierno. Ello podría hacer que PP y PSOE pactaran que tal cosa no pueda volver a suceder nunca.