| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Violencias transversales

El asesinato de un concejo como ejemplo de la interrelación existente entre la violencia hacia los otros animales y la violencia interpersonal.

| Raquel Aguilar Edición Valencia

 

Le cortó el cuello, restregó su sangre por la cara de su pareja, lo cocinó e intentó que ella se lo comiera. Este es el espeluznante y macabro hecho ocurrido hace unos días en un municipio de Valencia y que tuvo como protagonista involuntario a un conejo, cuya responsable era víctima de malos tratos por parte de su novio.

No soy capaz de imaginar el dolor y sufrimiento de esta mujer, obligada a presenciar, con absoluta impotencia esta atrocidad. Tanto que, pese a que su maltratador la tenía sometida a través de la amenaza de degollar a su madre e hijo, decidió denunciarlo ante las autoridades.

Desgraciadamente este no es un caso aislado de violencia vicaria a través de los animales. Aunque pocas veces los casos ven la luz, muchas mujeres no denuncian y siguen conviviendo con sus maltratadores porque son amenazadas con la muerte de sus perros, sus gatos,…a los que ni siquiera dejan acceder en centros donde las protegen.

Ejercen violencia vicaria, dañando a quienes quieren, para provocar en ellas más dolor, dependencia y sentimiento de culpa.

Estos casos, son un claro ejemplo de la interrelación existente entre la violencia hacia los otros animales y la violencia interpersonal.

Todos ellos son provocados por hombres que presentan rasgos de intolerancia, egoísmo, incapacidad para empatizar con los demás y la necesidad de dominar y ejercer su poder sobre quienes consideran inferiores. Las mujeres, sus hijos e hijas, sus animales,...

Por poner varios ejemplos, la unidad de Perfilación y Análisis de la Conducta Criminal (PACC) de la Universidad de Barcelona concluyó en un estudio que de una muestra de condenados por delitos de diversos tipos de violencia, un 42 % admitió haber cometido maltrato hacia animales.

En otro de sus estudios, determinó que el 94% de las víctimas de violencia machista, infantil o filoprental, aseguraba que los maltratadores también habían maltratado animales en el seno del hogar.

Por su parte, el FBI concluyó que el 42% de los asesinos en serie comenzó a practicar la violencia con animales.

Y según el Observatorio de Violencia hacia los Animales, el 71% de mujeres maltratadas refieren que el maltratador ha lesionado, amenazado o matado a sus animales para controlarlas a ellas y a sus hijos.

Esta interseccionalidad de las violencias es irrefutable, y por este motivo el FBI hace años que incluye entre los indicadores de peligrosidad el maltrato animal y lo considera un crimen contra la sociedad.

Que en nuestro país quienes nos gobiernan y las administraciones ignoren, subestimen o no persigan el maltrato animal, es una auténtica irresponsabilidad. Porque ocasionan un terrible sufrimiento a los animales, que ni siquiera pueden denunciar lo que les hacen. Porque infringe un inmenso dolor a esas mujeres y esos niños y niñas que acceden a todo tipo de chantajes, que deben presenciar con impotencia cómo sus animales son maltratados y que en ocasiones incluso renuncian a escapar de sus verdugos por no condenar a muerte a sus animales. Y porque en demasiadas ocasiones, es la crónica de una muerte anunciada.

Evitemos tener que asistir a más terribles minutos de silencio. Evitemos que tantos pequeños pierdan a sus madres. Evitemos tantas familias destrozadas.

Destinemos recursos a la prevención.

Sabemos que el maltrato animal es violencia transversal.

Acabemos con él y evitemos esta terrible lacra social.