| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Más Valencia

¿A qué viene este nuevo golpe de catalanismo que Marzá protagoniza, Compromís soporta y comparte, Podemos aplaude y los socialistas consienten?

Impulsado por los acontecimientos y requerido por alguno de mis queridos lectores -ya saben, amigos- me dispongo a extender hoy mis observaciones más allá del ámbito municipal de la ciudad y, en justicia, repasar el estado de cosas en el conjunto de la Comunitat -¡els païssos catalans no existen, idiotas!- que por cierto está muy de moda en el mentidero político.

Se ha quedado algo atrás, pero no resisto a citarlo, el parto de los montes de los presupuestos fantásticos, con partidas ficticias y apurando el minuto. Creo haberlo oído a la oposición, la prueba del algodón de lo ilusorio del todo, que no es más que el resultado de las negociaciones de permanencia en el poder del tripartito de gobierno. O de la prevalencia en el mismo. No es la prosperidad de la comunidad el objetivo, no es el bien común lo que persiguen. Sus fines son ajenos al beneficio de los valencianos también cuando se plasman en cifras. Lo que no es novedad, por cierto, mientras se están negociando los del propio Estado.

Los socios mayoritarios se han echado el sábado un pulso de formas y fondo. Al tiempo que Ximo Puig exhibía optimismo en Benidorm con apenas la inoportuna irrupción de Ábalos, su vicepresidenta lucía de anfitriona en el evento con la propia del Gobierno de Sánchez, Alcaldesa de Barcelona y edil de Ceuta, con el polisémico reclamo “Otras políticas”. De auditorios muy distintos, conmilitones en el del municipio alicantino, altos representantes de los otros dos socios de coalición en el del teatro Olimpia, el entusiasmo y la parafernalia, semejantes. Es ya como una obsesión la manía de la izquierda gobernante de celebrar a bombo y platillo lo que es sólo autobombo complaciente. Será maravilloso dice Yolanda Díaz emulando a Los Mismos cuando cantaban El Puente mientras discurría el mayo francés. “Con la que está cayendo”, frase cansina que se puso de moda y ya nadie dice, pese a lo que cae.

Es ese desacato que sintetiza la reofensiva contra las señas de identidad, o lo que es lo mismo, la Historia.

Porque la realidad es otra. Es ese desacato que sintetiza la reofensiva contra las señas de identidad materializado en las medidas aprobadas en el Senado en relación con el territorio y la lengua. O lo que es lo mismo, la Historia. Habituados como están a manipularla, a reinventarla en beneficio propio, estos paletos de titularidad insignificante o inexistente, recurren a la mayoría cuando la razón les falta. Ni en eso respetan la democracia.

En el centenario de Joan Fuster, amigos de la hemeroteca me reenvían la entrevista al catedrático de Historia Antonio Ubieto que publicaba Las Provincias en 1983, titulando “Me hicieron la vida imposible por defender la verdad sobre el origen del Reino de Valencia”. Creo recordar haberlo conocido, y que murió muy joven. Esa batalla -que lo fue- estaba ya perdida por aquellas fechas. Y así se lo vino a decir “no tienes porqué ser un héroe”, el rector Joaquín Colomer, luego Conseller de Sanidad de Joan Lerma. Mejor dicho, la batalla no se llegó a dar más allá de la calle. En las moquetas se pactó la denominación oficial de Comunidad Valenciana (no sin tímidas protestas alicantinas) y el fomento del uso del valenciano que culminaría con la Academia que con tanto acierto presidió -y dirigió- Ascensión Figueres.

¿Por qué otra vez “els països”?

In illo tempore estuve en alguna de las peregrinaciones laicas de escogidos intelectuales jóvenes a la casa de Sueca del autor de Nosaltres els valencians. En la universidad había cuajado la idea de que nacionalismo -nacionalismo catalanista- y democracia eran conceptos hermanos e inseparables. Y Joan Fuster fue muy libre -y estaba muy satisfecho- de resultar el pope del primer concepto del binomio. No me atrevo a testificar que le oyera atribuirse en exclusiva la autoría de la innovadora
denominación territorial, pero sí me inclino a pensar que sería de su complacencia.

Estos paletos de titularidad insignificante o inexistente, recurren a la mayoría cuando la razón les falta. Ni en eso respetan la democracia.

¿A qué viene este nuevo golpe de catalanismo que Marzá protagoniza, Compromís soporta y comparte, Podemos aplaude y los socialistas consienten? La oposición en les Corts y en la opinión pública es y será contundente.

Las reincidencias de Barceló, las torpezas de Mollá, los líos de Podemos con la Vicepresidencia y la cara dura de Oltra con el desagradable asunto de la menor tutelada, no caben en este artículo de opinión. Ni en mí la vergüenza ajena.