| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El Puente del Rey, ubicado en Madrid Río, acoge la 'mascletà' que celebra la capital
El Puente del Rey, ubicado en Madrid Río, acoge la 'mascletà' que celebra la capital

Vaya matraca con la traca

Madrid es un poco Babel donde toda discusión monta y cabe entre adversarios dialécticos por muy bizantina que sea el leve y momentáneo traumatismo de un hámster.

| Pedro Nuño de la Rosa Edición Valencia

El origen de los festivos petardos es tan chino como la pólvora inventada hace más de 2000 años. Los árabes la trajeron a España y tuvo su utilidad guerrera en la incipiente artillería, como y también en la celebración de jolgorios. Una especie del “yin y el yang” cuando un mismo invento se puede utilizar por motivos absolutamente contrapuestos desde la risa a la muerte.

Aquí, en la Comunidad Valenciana debió empezar esta ruidosa y también luminaria costumbre allá por el Al-Ándalus, y desde entonces no ha decaído, todo lo contrario, aumentó en potencial extensivo de las cuerdas corretonas con disímiles petardos en volumen y colorido, amén de decibelios expansivos como anuncio de todo tipo de celebraciones (BBC: bodas bautizos y comuniones), pero más colectiva y esencialmente es sonido obligado en cualquier fiesta popular que conmemore patronazgos de santos/as, Vírgenes, incluso victorias deportivas o finales de conflictos.

Nadie entendería aquí una festividad en el Levante español sin su correspondiente ristra de explosivos controlados anunciadora de que empieza la parranda popular acompañando los pasacalles. Pero no sólo en la Comunidad Valenciana, sino que vayan ustedes a cualquier pueblo de las Españas y podrán ver la inmediata correspondencia entre los fuegos artificiales que, además de pintar el cielo de fulgurante cromatismo, también provocarán un ensordecedor repiqueteo de pólvora fulminada entre las nubes.

Tal parece que el PP ha ganado las elecciones en Madrid capital y provincia, y eso lo reconocen (con fuertes retortijones de frustración) hasta los medios de comunicación acólitos-subsidiarios de Pedro Sánchez. Lógicamente si hay que conmemorar una victoria, nada más normal, amistoso y solidario que la alcaldesa de Valencia María José Catalá le animase a Martínez Almeida, alcalde de la Villa y Corte, para llevar una auténtica mascletá (no tan fuerte como las de las Fallas ante el Ayuntamiento de la capital valenciana, pero de auténtico tronío, nunca mejor dicho un), para celebrar la victoria de su partido con estruendosos honores.

Un espacio verde relativamente apartado del centro urbano y de la City económica y administrativa, como es Madrid Río se eligió para semejante atronador y colorista homenaje a las urnas decantadas hacia los populares. Al fin y al cabo, Madrid es el flujo y reflujo de todas las comunidades, y no podía faltar algo tan intrínsicamente mediterráneo y español como las mascletás, y, en este caso tan especial, un primer chupinazo en el centro de las Españas anunciando que van a empezar las Fallas valencianas que abren el equinoccio de primavera.

Pero algo que no hubiera pasado de un pequeño sobresalto en los oídos de algún madrileño poco viajado, o en los niños que suelen recibir las petardadas entre susto avisado y la tronante diversión, se ha convertido en dialéctica de la confrontación para uso y abuso de los políticos, en este caso la extensión Ecologista y Verde, cuyo amor a la naturaleza (que sólo han pisado como excursionistas perfectamente equipados en boutique de deportes, nada que ver con las trabajadas gentes del campo) tiene más que ver con los dibujos animados de Walt Disney, que con la siempre intercalada y decorativa vegetación urbana intentando remediar en lo posible la agresividad de alquitranes y cementos.

Nuestro muy artificioso Gobierno central depende de la “rebundancia” de algunas minorías muy minoritarias sosteniendo las nalgas sobre el quebradizo sillón de La Moncloa...

Bueno, Madrid es un poco Babel donde toda discusión monta y cabe entre adversarios dialécticos por muy bizantina que sea el leve y momentáneo traumatismo de un hámster, o en maullido protestón del gato casero. Pero si alguien se atraviese, pongamos por caso en Elche, siquiera a insinuar que se prohibiera la guerra de carretillas, ya saben los cohetes borrachos en Nit de l'Albá (13 de agosto) con toda seguridad lo correrían a carretillazos hasta su casa, y de ahí al destierro. Mismamente en les Fogueres d’Alacant donde hasta los más pequeños disparan las traquitas que venden en los quioscos y las barracas compiten tronantes; tal cual Moros y Cristianos del uno al otro confín provincial; por no hablar del toro de carretillas que en muchos de nuestros pueblos persigue a la muchachada con bastante menos peligro que un astifino… (a los que, por cierto, también quieren prohibir desde el carrer a la mar). Y así podríamos seguir hasta complementar todo un volumen festivo disparando salvas de pólvora por el extenso calendario anual.

Y es que nuestro muy artificioso Gobierno central depende de la “rebundancia” de algunas minorías muy minoritarias sosteniendo las nalgas sobre el quebradizo sillón de La Moncloa, gracias a unos independentistas sin argumentario europeo, ecologistas de salón empecinados mesiánicos con el fin del mundo acosado por el hombre, y animalistas bastante menos razonables que el resto de seres vivos seres vivos diferentes a los sapiens.

No será un servidor quien se alinee con los negacionistas de que no estemos perjudicando al planeta con tanta ocupación, entelequia y artificio, si bien muchísima más distancia me separa de quienes gustarían volver a las cavernas cuando no había ni fitosanitarios ni petardos, pero eso sí:  acabamos cargándonos a nuestros muy semejantes neandertales.