| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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¿Logrará Puig en Benidorm estirar el brazo en señal de victoria con tanto apoyo como lo ha conseguido Sánchez en el congreso de Valencia?
¿Logrará Puig en Benidorm estirar el brazo en señal de victoria con tanto apoyo como lo ha conseguido Sánchez en el congreso de Valencia?

El gran reto de Puig en el congreso en que saldrá reelegido líder del PSPV

No se trata de que vaya a ganar su propuesta, algo que sucederá con seguridad, sino de por cuánto y cómo lo haga. Esto último marcará si sigue la paz socialista o estalla la guerra familiar

| H.G. Edición Valencia

Si el congreso federal del PSOE en Valencia fue "lo que Pedro quiso", el autonómico, que se celebrará en Benidorm el próximo fin de semana, podría calificarse, en la misma línea, como lo que Ximo (Puig) disponga. No obstante, de lo que decida dependerá su grado de apoyo y que haya paz entre las familias socialistas o que estalle una guerra fratricida que tendría su máxima intensidad en los cónclaves provinciales y comarcales de los próximos meses.

El congreso de Valencia ha marcado un antes y un después, tanto en el diseño -con los talleres, las conferencias abiertas, el ambiente festivo en el exterior- como en el resultado, con ese abrumador 95% de apoyo de media a los diferentes órganos del partido que logró el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Ese amplio respaldo se basó en gran medida en la laminación previa de las voces críticas y en la integración moderada de los diferentes sectores supervivientes, que se han ido diluyendo en torno a la figura de Pedro Sánchez.

A escala autonómica, las familias continúan vivas, aunque en el caso de la más pujante en los últimos años, la ´abalista´, se halla descabezada tras la estruendosa pérdida de poder de su pater familias, el ex ministro y ex secretario de organización José Luis Ábalos.

El reto de Puig consiste en integrar esos rescoldos del ´abalismo´, capitaneados ahora por Mercedes Caballero, diputada autonómica y secretaria general en la provincia de Valencia. También tendrá que negociar con otras corrientes boyantes, como la 3.0 que lidera el concejal de Quart de Poblet y ex diputado provincial Bartolomé Nofuentes, y la que encabeza el vicepresidente segundo de la Diputación de Valencia y alcalde pujante de Mislata Carlos Fernández Bielsa. Además de con el entorno del ex alcalde de Elche, Alejandro Soler, en Alicante, provincia en la que sigue pesando el predicamento del ex diputado nacional, entre otros muchos cargos, Ángel Franco.

"Ximo ganará igualmente, pero no es lo mismo que su candidatura al comité ejecutivo logre un 95% de apoyo, como la de Pedro, que se quede en un 70% o incluso menos, lo que constituiría un fracaso", reflexiona un alto cargo socialista, que ahonda en ese reto de integración de Puig.

Si, como señalábamos hace escasos días en EsdiarioCV, el secretario general del PSPV-PSOE y president de la Generalitat pretende reeditar el modelo y el resultado del congreso federal de Valencia en el autonómico de Benidorm, tendrá que esforzarse al máximo por conseguir esa integración para plasmarla en un apoyo unánime a su candidatura al comité ejecutivo. 

De no lograrlo, una alta abstención en esa votación y un apoyo bastante mayor al comité nacional, mucho más amplio en cuanto a componentes y donde pueden colocar sus peones las diferentes familias, supondría el primer castigo explícito.

El segundo llegaría a corto plazo, ya que abriría la caja de los truenos que estallarían en los congresos provinciales que previsiblemente se celebrarán en enero y a los que casi seguro se presentarán varias candidaturas tanto en Alicante como en Castellón y Valencia. Y el efecto se expandiría hasta los cónclaves comarcales, con gran tradición como foco de poder en el socialismo valenciano, que se desarrollarán a continuación.

Por tanto, el congreso autonómico que se llevará a cabo dentro de dos semanas en Benidorm marcará un importante antes y después en el PSPV. No por lo que ocurra, ya que Ximo Puig saldrá reelegido secretario general, sino por cómo suceda, si con la máxima integración o con la sensación de que la paz socialista ha terminado y empieza la guerra interna.