| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Cargos de Ciudadanos en la reciente gala del diario Levante-EMV
Cargos de Ciudadanos en la reciente gala del diario Levante-EMV

Ciudadanos: cuando la percepción de desastre electoral marca la agenda política

Tiene 300 concejales y participa en 40 gobiernos municipales. A pesar de sus datos reales y actuales y de que queda año y medio para las elecciones, da la sensación de fin de proyecto

| H.G. Edición Valencia

"¡Qué poco les queda a estos!", comentaba un conocido el pasado lunes en la entrada del Palacio de Congresos de Valencia. Lo hacía en alusión a lo que ocurría en los prolegómenos de la gala del diario Levante-EMV, cuando una periodista captaba una imagen de un grupo de altos cargos de Ciudadanos posando para la ocasión.

Esa percepción que trasladaba este espectador de la acción no es personal; al contrario, ha adquirido ya los tintes de colectiva. Cs logró 18 diputados en las pasadas elecciones autonómicas de 2019, con lo que se convirtió en la tercera fuerza en Les Corts. Tiene alrededor de 300 concejales y participa en los gobiernos de unos 40 municipios en la Comunitat Valenciana.

Se trata de datos de partido grande, como su sede todavía en la calle San Vicente Mártir casi junto a la plaza de San Agustín, en pleno centro de Valencia. No obstante, la sensación que da es toda la contraria, similar a la de un terrón de azúcar que se está diluyendo en un vaso con leche caliente.

La percepción que transmite, a todavía más de año y medio para las próximas elecciones locales y quién sabe -depende de cuándo las convoque el president, Ximo Puig- si autonómicas, es la de estar muerto políticamente.  No traslada la imagen de un partido potente, como, a tenor de sus datos de representación, lo constituye en realidad; sino que refleja la impresión de lo que se vaticina para él a tenor de los fracasos electorales en Cataluña y Madrid.

No muestra, en definitiva, lo que es; sino que desprende lo que posiblemente va a ser, aunque solo el tiempo lo confirmará. Esa alteración condiciona la agenda política porque afecta al seguimiento e interés de los medios y a la motivación de asociaciones y colectivos por reunirse con los responsables del partido.

Ocurre, en cierto modo, un hecho similar al que genera la inseguridad ciudadana (en este caso el adjetivo no tiene que ver con el partido). Por una parte se halla la cifra real de delitos y, por otra, la percepción del vecindario peligro al salir a la calle. El académico de estudios políticos Fernando Carrión Mena describe, en un amplio artículo titulado Percepción de inseguridad ciudadana, esa sensación como "un imaginario complejo construido socialmente, que se caracteriza por existir antes de que se produzca un hecho de violencia (probabilidad de ocurrencia)".

En el caso de Ciudadanos, su vaticinada deflagración electoral a escala autonómica (y nacional) se anticipa, o se presiente, mucho antes de que suceda. No logra cambiar esa opinión ni su constante actividad comunicativa ni su asistencia a múltiples actos y reuniones.

Lo más duro para el partido consiste en que la ha asumido gran parte de sus concejales. La han interiorizado sus cargos. Y ni el empeño de la secretaria de organización, Teresa Ortiz; del secretario de Acción Institucional, Jesús Gimeno; o del responsable de Programas, Vicente Ten, que lo intentaron el pasado fin de semana en una jornada en Cofrentes, consigue variar esa percepción. Todo su esfuerzo se va el traste cuando se anuncia una nueva marcha del partido hacia el grupo de no adscritos en algún ayuntamiento. Cae como una losa sobre una moral ya maltrecha. Incrementa la sensación de fin de un proyecto.

La línea del partido, insistiendo en ese mensaje de que tienen futuro porque hacen política "útil", no despierta ni una mínima ilusión. Esa supuesta utilidad también constituye una percepción, en este caso propia, además de una valoración que los demás deben hacer sobre alguien, no que ese alguien realiza sobre sí mismo. Tampoco acompañan determinados tics que adquirieron en tiempos mejores y que minan su democracia interna o su transparencia en los procesos.

La situación que ocurre con Ciudadanos constituye un hecho inusual en las últimas décadas: la de un partido con una elevada representación a quien el electorado y el resto de fuerzas políticas contempla con la sensación de estar prácticamente muerto políticamente.

Quizás podría equipararse con la desaparición de UCD y de su sucesor, el CDS. O en la Comunitat Valenciana con la de Unión Valenciana. Eso sí, al igual que con la inseguridad ciudadana, una cuestión es la percepción y otra lo que realmente sucede, o sucederá. No siempre van de la mano.