| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Tarta de manzana vegana
Tarta de manzana vegana

Día Mundial del Veganismo: plantéate que todas las vidas importan

A las personas veganas nos gustan también los filetes o el queso, aunque lo que no compartimos es que para satisfacer ese capricho nadie tenga que sufrir

| Raquel Aguilar * Edición Valencia

Dejé de comer animales hace casi 30 años, siendo adolescente.

Como todo en mi vida, el cambio de consciencia fue algo progresivo.

Primero dejé de comer animales pequeños, por cuestión de economía vital: de una vaca se podían alimentar muchas personas pero una persona necesitaba muchas gambas para alimentarse.

Al poco tiempo consideré que el tamaño en una especie no podía ser motivo de discriminación y que las vacas también merecían vivir.

Así que dejé de comer todo tipo de animales, aunque sí consumía productos que provenían de ellos: leche, huevos, lana,…al fin y al cabo, para utilizar estos productos nadie moría. O al menos, eso era lo que yo pensaba (o quería pensar).

Fue mi visita a una granja donde se utilizaba ovejas para obtener leche lo que hizo estallar en mi propia cara el verdadero significado de la explotación animal.

Y es que la muerte directa es sólo una de las aberraciones, la final, a las que sometemos a los animales que consideramos “de consumo”, “de abasto” o “de granja”.

Cuando pensaba que consumiendo leche, no contribuía a la muerte de esas ovejas estaba en un tremendo error. Esos animales siempre terminan ejecutados cuando ya no son rentables. Cuando no produccen lo que de ellos se espera.

Pero además, su vida es un auténtico infierno, en que se les despoja de cualquier capacidad de ser ellos mismos, de mantener lazos afectivos, de vivir en entornos saludables, confortables y acordes a sus necesidades. Son sólo un número impreso en un crotal.

Estas madres, porque recordemos que la leche proviene de hembras que tienen hijos, son recompensadas con el robo de sus pequeños tras parir, para poder robarles también su leche, esa que debería servir para alimentar a sus bebés. Así una y otra vez, hasta que su producción no compensa ni el espacio que ocupan ni los recursos que consumen y son reemplazadas por otras.

Esos hijos en caso de ser hembras compartirán el destino de sus madres y si son machos terminarán ejecutados, siendo aún bebés para venderlos como “carne lechal” cuando tienen entre 30 y 45 días de vida o algo mayores, pero sin apenas superar el año de vida, para transformarlos en carne de cordero.

Así que tras ser consciente de esta incalificable crueldad, decidí que no había ningún tipo de justificación en el consumo de productos que proviniesen de animales.

Y fue entonces cuando decidí dar el paso al veganismo. De eso ya hace casi una década.

¿La leche de soja me gustaba cuando comencé a tomarla en lugar de la de vaca? Sinceramente, no, me sabía a aceite. Pero tenía la certeza de que era cuestión de tiempo acostumbrarme. Porque lo que sí tenía claro es que dar satisfacción a mi paladar no valía el sufrimiento, la miseria y la muerte de los miles de animales que cada persona de media consume a lo largo de su vida (y si no, ponte a hacer cuentas: el “jamón” del bocata, los “muslos” de la paella o los “filetes” de los platos combinados).

Además, el mercado de productos veganos ha evolucionado muchísimo y las alternativas son muy variadas. Sólo por seguir con el ejemplo de la leche, además de soja tenemos de almendra, de coco, de avena,...con chocolate, con café,...y si nos referimos a otros tipos de productos, podemos encontrar todo tipo de preparados de los que no sabrías distinguir el sabor si lo comparas con el original y que además puedes adquirir ya en la mayoría de supermercados. De hecho, hace unos años la mejor hamburguesa del mundo fue considerada una de origen 100% vegetal.

Al respecto, mucha gente pregunta por qué comer productos que imitan a los que provienen de los animales. Mi respuesta es que a las personas veganas nos gustan también los filetes o el queso, lo que no compartimos es que para satisfacer ese capricho nadie tenga que sufrir. Además, el que haya alternativas de origen vegetal a la carne hace mucho más sencilla la transición a aquellas personas que deciden cambiar a una dieta que no incluya animales. Y es que la necesidad de cocinar algo rápido no es algo de lo que las personas veganas estamos exentas.

Y la verdad es que esa mayor oferta de productos responden a la demanda de una sociedad más concienciada que está dando el paso al veganismo.

Y en general, ser vegano cada vez es menos “exótico”.

Recuerdo que cuando dejé de comer animales mi entorno, aunque no se sorprendió, trató de convencerme que esa no era una buena alternativa para mi salud y que tendría problemas. Estaban horrorizados, especialmente cuando les explicaba que, aunque estaba segura que mi salud no se resentiría, de ser así, no me importaba porque no pensaba que mi vida fuese más importante que la de cualquiera como para que tuviese que ser ejecutado para mí.

Hoy, sin embargo, la respuesta de mucha gente cuando sabe que soy vegana es que están valorando serlo, que tienen amistades que también lo son, que han visitado tal o cual restaurante vegano y les ha encantado,...y es que no comer animales está pasando de ser ridiculizado a ser normalizado. Y como en otros ámbitos del maltrato, vemos como quienes deben pasar a la ofensiva son quienes se lucran de la explotación animal.

Según un estudio de Lantern, en 2021 somos en España más de 5 millones de personas las que seguimos una dieta compuesta completamente o casi en su totalidad por productos de origen vegetal. Los motivos: ética y respeto hacia los animales no humanos, contribuir a mitigar la crisis climática y preocupación por la salud. Esta cifra, además es creciente y estoy segura que llegará un momento en que comer animales será algo impensable.

Ayer, 1 de noviembre, se celebró el día mundial del veganismo.

Hoy es un buen día para plantearte que que todas las vidas importan.

Hoy puede ser el principio de una nueva vida, para tí y para aquellos que no morirán para terminar en tu plato.

#GoVegan