| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La ya ex alcaldesa de Gandia, Diana Morant, la pasada semana, delante de la playa
La ya ex alcaldesa de Gandia, Diana Morant, la pasada semana, delante de la playa

Gandia, la ensoñación playera madrileña que llega con pedigrí de ministra

Tener como ministra de Ciencia e Innovación a la alcaldesa de Gandia es lo máximo. Significa, desde la perspectiva centralista, trasladar la imagen de Levante feliz a la capital en verano

| Héctor González Edición Valencia

Como oriundo de Gandia que ha desarrollado su vida en Valencia, la capital de la comarca de la Safor evoca en mi mente recorridos por el paseo de Germanies, diversión en la Fira, las empanadillas de la mítica Casa Tano que traía mi tío Pepe, el deleite gastronómico con una estupenda fideuà o las noches de música y baile en Cocoloco o Bacarrá con buenos amigos, entre otros muchos recuerdos.

La perspectiva desde el epicentro de España coincide en parte y tiene otros matices. Gandia supone una ensoñación, un topónimo que rememora lo mejor del verano, playa, descanso o fiesta, según cada cual. Y vacaciones sobre todo. "Gandia es la playa de Madrid", decía hace una década  el antecesor de Diana Morant como alcalde de la localidad, Arturo Torró, con la por entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, como invitada de honor a la capital de la Safor. "Cada verano llegan 150.000 madrileños a nuestras playas", ratificaba.

Por ello cuando el hipocondríaco Bermejo, uno de los personajes más paradigmáticos de la película de Javier Fesser Historias Lamentables, sale con su hamaca y su sombrilla, apenas amaneciendo, a coger sitio en la playa, en seguida identificamos que se halla en la de Gandia.

Y esa relación mental la establece tanto un valenciano como, quizás incluso más, un madrileño de los tantos miles que veranean en la bulliciosa y a la vez paradójicamente relajante segunda ciudad -prácticamente a la par con Torrent- en población de la provincia de Valencia.

Playa, vacaciones, sol... El topónimo que conjuga todo eso lo aprovechan para aumentar su tirón programas de dudoso gusto como Gandia Shore y llega hasta el punto de que dulcifica a personajes siniestros como el de La Casa de Papel que luce en su apellido a la ciudad ducal.

Porque Gandia también refleja historia con letras mayúsculas con episodios sobresalientes como haber sido cuna de la dinastía papal de los Borja.

Toda esa mezcolanza de reminiscencias y de connotaciones colectivas positivas aterriza ahora en Madrid en la persona de la máxima representante de la ciudad hasta este domingo, de su muy reciente primera edil.

Tener como ministra de Ciencia e Innovación (términos también con vínculos favorecedores y muy distintos de Defensa o Política Territorial, sin apenas tirón popular) a la alcaldesa de Gandia es lo máximo. Significa, desde la perspectiva centralista, trasladar la ensoñación del Levante feliz a la capital. Y encima se hace en pleno verano, con jornadas abrasadoras, y personificada en una ministra debutante con preparación, carisma creciente y nombre de la diosa romana de la caza y protectora de la naturaleza.

La Gandia veraniega llega a Madrid para refrescar a un gobierno -sobre todo a su presidente, Pedro Sánchez- que empieza a estar quemado  por el desgaste de una gestión cada vez  más discutida.