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El primer cazavampiros del mundo: valenciano y carlista

Ni un solo valenciano defendió la causa austracista contra Felipe V en la batalla de Almansa. Pero un soldado valenciano se enroló después en ese ejército y acabó matando vampiros en Rumanía

| Vicente Javier Más Edición Valencia

El primer cazavampiros de la historia, al menos documentado, era valenciano. Don Juan Gil de Cabrera i Perellós, conde de Cabreras por la gracia de los Habsburgo, derrotado en Almansa y superviviente en Austria, mató en el siglo XVIII a tres infelices en la frontera con Hungría. Según la investigación del valenciano Javier Arries, en el “Libro de Calmet”, escrito en 1746, consta la orden ejecutada por el Conde, un título otorgado por el rey Austriaco sin validez en España.

Se encontraba Gil de Cabrera enfrascado en la guerra que libraba Austria contra el imperio Otomano en aquellos territorios, después de haber huido de Valencia y España derrotados por el moderno ejército de Felipe V, Borbón y rey de España tras la guerra de Sucesión.

Al parecer, el Conde luchó del lado austracista, lo que con los años sería el conservador, tradicionalista y anti revolucionario bando carlista, en esa guerra de Sucesión que, para España y Valencia, tuvo especial incidencia una batalla histórica: Almansa.

Más allá de la utilización subjetiva y partidista de esta derrota, la realidad es que la población poco se identificó con la causa austracista. A decir verdad, se mostraron más bien partidarios de Felipe V. Algunos detalles dejan bien a las claras esta realidad, como es el hecho de que en la batalla de Almansa, tan agitada por algunos nostálgicos nacionalistas, no había en el bando del aspirante Carlos ni un solo español. Ergo, no existía ni un solo soldado valenciano defendiendo las supuestas mesnadas de los Habsburgo contra el Borbón. En realidad, como afirma el afamado historiador Henry Kamen, “casi toda la élite y el pueblo respaldaban al bando que mejor conocían: el bando del rey Felipe”.

La derrota de Almansa, en la primavera de 1707, supuso el final de los fueros en Valencia y Aragón. Ello, lejos de ser un hecho negativo, significó la apertura del mercado y el aumento del comercio, sobre todo para el Reino de Valencia. Supuso un impulso para todo el territorio y la apertura de la sociedad a los aires de modernidad que provenían de Europa a través de la casa de Borbón. La sociedad valenciana se reflejó en este cambio de tercio y se impulsó hacia una realidad que eclosionaría poco más de un siglo después con el desarrollo de una economía global vinculada a la exportación.

Sin embargo, Almansa fue una derrota humillante para las tropas de Carlos, que huyeron despavoridas ante la mejor estrategia desplegada por el Duque de Berwick. La falta de visión de los generales austracistas, que embotellaron a su ejército y lo llevaron a la masacre frente a las tropas borbónicas, quedó en el recuerdo como una de las peores derrotas sufridas por un ejército en el siglo XVIII. Un ejército sin ningún tipo de arraigo en tierras valencianas, muy al contrario de lo que ocurría en el de Felipe V, donde casi la mitad de la tropa eran españoles. Entre ellos, por supuesto, existían milicias y mandos valencianos.

Tras tremendo varapalo, los soldados enrolados en el bando austracista fueron replegándose, primero a Cataluña (donde también fueron derrotados) y después a Austria. Y allí aparece de nuevo nuestro protagonista. El Conde de Cabreras (un conde cazavampiros en busca de los seguidores de otro Conde, el de Drácula, chupasangre de pura cepa) era capitán del desaparecido regimiento de infantería nº10 de la Diputación del Reino de Valencia, antiguo Tercio de Infantería del Reino de Valencia. Parece que supo reciclarse al servicio de su majestad Habsburgo, aunque éste fuera de Austria, para enfrentarse al peligro musulmán que provenía de Turquía. Sus acciones le llevaron a recibir en 1719 el título de Conde de manos de Carlos VI.

No se sabe si mató a muchos más infortunados vampiros en el sur de Rumanía, pero parece que adquirió suficiente experiencia para que otros tomasen su relevo hasta nuestros días.

Vicente Javier Más Torrecillas. Doctor en Historia. Académico de la Real Academia Valenciana