| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La doble moral ante la caza del jabalí

Algo falla cuando alguien, lejos de sentir empatía ante el dolor de otro ser, que además, demuestra estar sufriendo, es capaz de disfrutar y hacer de ello una forma de entretenimiento

| Raquel Aguilar * Edición Valencia

Un vídeo ha inundado de indignación las redes sociales esta semana. En él, puede verse como un individuo, que tiene en un patio un jabalí de corta edad, con una cuerda que le rodea el hocico, con lo que ni siquiera tiene opción de defenderse, suelta a dos perros, uno incluso de tamaño algo mayor que el jabalí, y les incita para que ataquen al desprotegido animal.
Los gritos del pobre jabato, que trata de huir desesperado, son insoportables, como insoportable debió ser el terror y el dolor ocasionados al animal.
Mientras todo esto está ocurriendo, hay una persona que está grabando la escena y varias que miran con entusiasmo desde el otro lado de una verja.
Conforme avanza la grabación puede contemplarse cómo los perros se ensañan con el animal, mordiéndole el rostro, el abdomen, los muslos…un reguero de sangre deja testimonio en el suelo del brutal ataque, a la par que los gritos desesperados del pequeño van perdiendo intensidad…sus fuerzas están rozando ya el límite.
Llegado este momento, el individuo promotor del ataque, con la ayuda de otros dos hombres, retira a los perros y tras arrastrarla, ata las patas de la agonizante cría de jabalí.
Entretanto, las risas de quien graba la escena se mezclan con las palabras de satisfacción de quien ha iniciado este acto de tortura.
Y aquí acaba el vídeo.
No sé cuánto tiempo más habrá estado padeciendo el animal hasta que el alivio de la muerte haya puesto fin a su agonía.
Este macabro suceso, por suerte, no ha quedado en el anonimato. Además de las redes sociales, prácticamente toda la prensa, incluida la televisión, se ha hecho eco del brutal contenido de esta filmación.
Y no es de extrañar.
Lo que sí lo es, es que la mayoría de quiénes se han escandalizado no saben, o no han caído en la cuenta, de que esto ocurre a gran escala en nuestros montes durante la temporada de caza.
Existe una modalidad, empleada en la caza del jabalí, denominada “Gancho” que permite que se utilicen como instrumento para dar muerte a un animal hasta 30 perros, en la Comunidad Valenciana.

No me cabe duda de que cualquiera, después de ver el vídeo, puede imaginar qué supone para un jabalí, aunque sea adulto, tener a decenas de perros mordiendo todos y cada uno de los centímetros cuadrados de su cuerpo.
¿Cuál es la diferencia entonces entre lo sucedido en el vídeo descrito y la caza?
A efectos prácticos, ninguna. En ambos casos, el sufrimiento a que se somete a la víctima es terrible y en ambos casos, el maltrato del ser humano hacia el animal es completamente consciente e intencionado.
A efectos legales, el suceso de la filmación puede acarrear pena de hasta 18 meses de cárcel, por maltrato animal, pues el jabato se encontraba en un edificio, bajo el control humano. En el caso de la caza, al estar el animal libre, es considerado salvaje y se convierte en una más de las modalidades de maltrato animal institucionalizado, cuyas implicaciones consisten en tener amparo legal, tener consideración de deporte e incluso contar con subvenciones.

Y eso, a pesar que actualmente no hay ningún motivo para cazar. Quiénes tratan de vender la caza como el único método de control de fauna considerada “salvaje” demuestran continuamente que están en un error.
Parece claro que algo falla cuando alguien, lejos de sentir empatía ante el dolor de otro ser, que además, demuestra estar sufriendo, es capaz de disfrutar y hacer de ello una forma de entretenimiento y diversión.
Y algo falla cuando, en plena era de la tecnología, lejos de ponerle fin, nuestras instituciones siguen respaldando una actividad tan cruel y violenta, como provocar la muerte por diversión a quienes son capaces de sentir y sufrir.
Es muy duro pensar que en algunos aspectos, por muy moderna que creamos que es nuestra sociedad, seguimos manteniendo comportamientos tan bárbaros como en la prehistoria, pero lejos de hacerlo por necesidad, lo hacemos por placer.


* Coordinadora provincial de PACMA en Valencia