| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Fuset y Galiana posan con un ninot en el que el primero apuñala al segundo
Fuset y Galiana posan con un ninot en el que el primero apuñala al segundo

Las Fallas en Compromís, algo más que una fiesta

La lucha por el control de las Fallas en la coalición va más allá de ser o no ser presidente de Junta Central Fallera. Detrás hay todo un plan ideológico que en mayo veremos si sigue

| Pepe Herrero Edición Valencia

Cuando por el año 2008 una representación de una incipiente coalición política nos presentaba algunos libros escritos por unos entonces casi desconocidos profesores de universidad, nada hacía presagiar que unos años después esos profesores iban a desempeñar cargos importantes en las fallas con influencia directa sobre la dirección de las mismas.

Las simpatías de aquellos hacia mí era producto de mi crítica con hechos de la Junta Central Fallera de entonces gobernada por Félix Crespo. Ellos pensaban que mi crítica era política, cuando siempre dije y dejé claro que no decía lo que no me gustaba porque fueran de uno u otro partido. Mi intención fue y ha sido siempre intentar lo mejor para las Fallas, aunque ello supusiera problemas y pocas simpatías en ciertos sectores de la fiesta.

Las líneas trazadas por aquellos profesores aparecidos de la nada dejaba claro cuáles eran sus ideales. De hecho, a una de mis preguntas que les hice referentes a un libro era “contra que luchaban”, porque uno de los libros escritos por Gil Manuel Hernández presentado en el año 2011 fue “Focs de falla. Articles per al combat festiu” . Recuerdo que su respuesta fue dubitativa pues si llega a contar la realidad se le cae totalmente el decorado montado dejando ver claramente la intención de ese libro.

Otros de los libros escritos por este profesor de sociología de la Universidad de Valencia, en el que siempre habla de “País Valenciano” cuando se refiere a la Comunitat Valenciana, fue “Fallas y franquismo”, escrito en el año 1996, aún lejano el momento de pensar que podía llegar a gobernar en la ciudad. Pero que, junto con otros, siempre bajo el auspicio de la propia Universitat de Valencia, iban conformando ya la hoja de ruta de las Fallas en los ideales de los futuros componentes de Compromís.

A él le acompañaba otros desconocidos como Josep Lluis Marín, funcionario de la Generalitat Valenciana, quien junto con Gil Manuel obtuvo una plaza de funcionario del Ayuntamiento de una forma muy sospechosa como denunció en julio de 2017 el PP. Las convocatorias de las dos plazas coincidían en muchos puntos de sus requisitos con las condiciones de ambos asesores de Pere Fuset, Marín y Hernández, siendo por ello por lo que resultaron elegidos. La convocatoria se presentó con una urgencia llamativa, aunque se quedó en eso, en queja del PP.

 

El avispero fallero "progresista"

Cuando Compromís pacta con el PSPV y Podemos el gobierno de la ciudad de Valencia en 2015, el llamado Pacte de la Nau, la condición innegociable de los dirigentes de Compromís es quedarse el control de las Fallas. La razón era muy clara. Compromís piensa que el abandono de la izquierda fusteriana de las fallas en los 80 fue un gran error y las Fallas, dicen ellos, se convirtieron en ese momento en la “punta de lanza del movimiento anticatalanista”, como dijo el propio Gil Manuel en una entrevista en Radio Klara en marzo de 2015. Frase que adelantaba en 2012 Eliseu Climent, fundador de Acció Cultural del País Valenicià, quien se lamentaba de su gran error, “abandonar las Fallas”.

Ello ha conllevado que las Fallas se hayan convertido en un gran obstáculo para la expansión de su ideal de unión territorial con Cataluña tal y como llevan trabajando en varios campos, desde la lengua y la cultura hasta aspectos sociales, algunos aún no declarados pero que esperan el momento para trabajarlo.

Esa estrategia y movimientos internos llevan a que, de manera sorpresiva, Joan Ribó nombre presidente de JCF a Pere Fuset en lugar de a Carlos Galiana como todo el mundo fallero esperaba. A quienes no sois falleros os diré que el presidente de la Junta Central Fallera lo elige el alcalde entre los concejales electos. Es como nos mandamos nosotros mismos, los falleros, en el Reglamento aprobado.

A pesar de la poca experiencia fallera de Fuset, con apenas 6 años de fallero, sin haber sido presidente de falla y con un desconocimiento total del sentimiento fallero histórico, es elegido en lugar de Galiana con una amplísima experiencia como fallero, presidente y participante en multitud de concursos y eventos falleros. Además, con una empresa de eventos que organizó ferias de julio y Expo Jove entre otros menores, bajo el mandato curiosamente del PP.

 

Elección de Fuset

La razón es muy clara. Compromís, en su intento de controlar las Fallas ideológicamente, para cuyo objetivo llevaban varios años trabajando varios componentes, como he detallado arriba, considera que Pere Fuset es mas manejable y cumple las directrices necesarias para poder ser controlado por el llamado “politburó fallero”, ese grupo de compromiseros falleros, varios de ellos miembros de la Falla de Arrancapins -la falla Angel Guimerá-Manuel Vila Prades- quienes piensan que una falla no debe tener fallera mayor, no participan en la Ofrenda ni en ningún concurso o evento como los premios de Fallas.

En este capítulo juega un papel importante algunos miembros del ADEF, Asociació d’Estudis Fallers, quienes aprovechan una asociación con trabajos muy interesantes y completos con un fallero llamado Javi Mozas, que queda al margen de movimientos políticos, profundo conocedor de la historia de las Fallas (creo que el que mejor).

La lucha por el control de las Fallas va más allá de ser o no ser presidente de Junta Central Fallera.  Vemos como las fallas de Especial y Primera A, que son las más visitadas, apenas han cambiado su concepto de falla tras cinco años de gobierno de Compromís.

Tras los múltiples patinazos de Pere Fuset y su equipo, parte por la inexperiencia del presidente como de la radicalidad de los miembros del politburó fallero que han chocado constantemente con el sentimiento fallero, muchos esperábamos que no continuara en el cargo tras las elecciones de 2019. Pero no fue así y el resultado de los comicios municipales tuvo como consecuencia que Joan Ribó siguiera contando con Pere Fuset como presidente de JCF.

Además, el alcalde no iba a dar a una más peleona Pilar Bernabé, socialista pero mucho mejor conocedora del mundo fallero que Fuset y con mejor imagen y simpatía en las fallas, el cargo. Sería perder el control de lo que desde Compromís se considera vital. Como dijo Gil Manuel en otra entrevista: “Siempre se ha dicho que si algún partido o coalición de izquierdas quiere ganar o recuperar el Ayuntamiento de Valencia, tiene que apostar necesariamente por las Fallas.”

Pero en este caso, como les está pasando a ellos, está siendo contraproducente. Y, al igual que Al Capone, no pudo ser detenido por sus crímenes, pero si por evasión fiscal: la tumba fallera de Fuset no ha sido nada relacionado con las Fallas. Como todos sabemos, la puntilla a la oscura gestión de Pere Fuset estos cinco años la ha puesto el caso Viveros, con la muerte de un trabajador y el procesamiento por ello de Fuset.

Nueva era…

La historia a veces es caprichosa. Y la marcha de Pere Fuset coincide con la suspensión de las Fallas y el posterior confinamiento por la pandemia. Ribó se vio obligado a contar con Carlos Galiana quien ejerciendo de “hombre de partido” cogió las riendas de las Fallas en un momento que sería histórico y nadie lo sabíamos.

El malestar del politburó fallero no sería patente hasta que, tomada la decisión de suspender definitivamente las Fallas, se formara una nueva junta directiva por parte de Galiana que dejaba fuera a toda la corriente compromisera anterior. Galiana contó con gente más fallera alejada de ideologías, lo que generó un cisma interior dentro de la llamada “sectorial fallera” de Compromís. Es el órgano interno del partido que controla las Fallas de la ciudad y que decidió que fuera Fuset quien dirigiera la fiesta en 2015. Ahora Carlos Galiana les devuelve “el favor” y ha alejado a los mentores de Pere Fuset de la dirección fallera.

La duda, o suerte según se mire, es que al principio poco se iba a poder comparar la gestión de Pere Fuset con la de Galiana, la “nueva normalidad fallera” eclipsó las dudas y nos hizo estar todos juntos para trabajar por la supervivencia de la fiesta en esos momentos tan delicados que vivimos, no solo las Fallas, sino toda la sociedad española.

De pasar a ser apasionante ver como manejaba la Junta Central Fallera el nuevo presidente a pasar a ser de necesidad que todos estemos juntos dejando las críticas y pormenores para momentos más tranquilos.

El anuncio inesperado 

Pero todo llega. Y así las Fallas se recuperan y con ello vuelven las guerras internas en la coalición. Diferentes desencuentros jalonan los meses posteriores a la celebración de las primeras fallas “post COVID” hasta que la bomba salta hace unas semanas cuando Galiana anuncia que no iría en las listas de Compromís en mayo de 2023. Dijo que era “una decisión propia” cuando según fuentes internas del grupo indican que Joan Ribó ya le dijo que no contaba con él. ¡Vamos! Que se fue 5 minutos antes de que le echaran, como se dice popularmente.

Esto indica que Ribó puede tener un as en la manga guardado, bien que sabe que Fuset podrá volver a presidir las Fallas una vez se aclare su situación judicial, bien que otra persona de la sectorial se hará cargo de las fiestas si vuelven a vencer en las urnas. Eso sí, una persona de confianza de esta sectorial que pueda seguir la labor que desarrollaba Fuset que el cambio de presidente y la pandemia congeló.

La lucha interna por las Fallas en Compromís no pasa desapercibida por los lobbys de influencia falleros quienes prefieren mantenerse alejados de esas batallas, pero sin olvidar que en mayo pueden ser otros los que gobiernen las Fallas en la ciudad.

La sensación que queda dentro de la coalición es que aún están lejos de los objetivos marcados y esperan ganar en mayo para seguir la línea de trabajo marcada.

Para finalizar, un detalle: se confía en que el efecto “brazos caídos” habitual en cargos políticos que se saben fuera para la próxima legislatura no sea lo que reine tanto en Carlos Galiana como en sus vicepresidentas, sabiéndose todos que no estarán en sus puestos después de mayo.