| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Presidente de Francia, Emmanuel Macron
Presidente de Francia, Emmanuel Macron

Presidente Macron a Valencia, desde París con (poco) amor: "Me quiero divorciar"

Aunque siempre se ha dicho que París es la ciudad del amor, para el presidente francés, Emmanuel Macron, el romanticismo acaba cuando se interpone el dinero en la relación.

La crisis económica derivada de la pandemia ha llevado al gobierno francés liderado por Emmanuel Macron a poner en marcha una política de austeridad basada en la reducción del gasto a nivel nacional, pero también en el extranjero. Y es que aunque siempre se ha dicho que París es la ciudad del amor, parece que el romanticismo acaba cuando se interponen los intereses económicos. Es por ello que el mandatario galo quiere ‘divorciarse’ de Valencia planteando el cierre del Instituto Francés, un centro educativo que promueve la cooperación entre España y Francia en todos los ámbitos de la cultura para fomentar y estrechar los lazos. 

Ya sabemos que las separaciones en contadas ocasiones acaban con final feliz, más si cabe cuando un miembro de la pareja está decidido a que así sea. En este caso, Macron no ha dudado en dejar claras sus intenciones planteando un despido colectivo a los más de 25 empleados que trabajan en el Instituto. Para justificar la decisión, se han remitido a un informe del 2018 de la Intervención General de la Administración del Estado Español (IGAE), cuya función es controlar la gestión económico-financiera del sector público estatal, en el que se dejaba un margen de dos años para reorganizarse y equilibrar cuentas. Durante este plazo, la implicación de la dirección del centro y del personal logró los objetivos económicos establecidos, hasta que llegó la pandemia y de nuevo volvió a situar las cuentas en la casilla de inicio. Los trabajadores defienden que no se puede tomar el año 2020 como referencia para adoptar una decisión sin retorno en cuanto a su futuro. De este modo, exigen que la influencia y esplendor de la lengua y de la cultura francesa siga siendo la prioridad.

Teniendo en cuenta que la evolución económica había sido positiva hasta el inicio de las restricciones, han solicitado una moratoria de otros dos años como segunda oportunidad. Sin embargo, parece que los franceses tienen claro que las segundas partes nunca fueron buenas, y por ello Macron lanza un mensaje desde París con lo que le queda de amor: “NO”. Pero esto no puede (o no debería) acabar así. En este trágico relato parece que uno de los miembros de la pareja ha sido el que ha marcado el compás de los acontecimientos. Ahora, el personal del centro ha querido dar un paso al frente atrayendo la atención del presidente de la República con una carta en la que trasladan la importancia de garantizar la continuidad de la relación para proteger un importante pilar de la cultura francesa y de la Francofonía en “una de las regiones más dinámicas de España con un importante potencial económico y cultural”.

Asimismo, le recuerdan que la Comunidad Valenciana es una de las principales zonas de asentamientos de franceses porque consideran esta región “extremadamente atractiva”. Y no les falta razón. Según los datos del Padrón de 2021, en Valencia hay 7.920 personas de nacionalidad francesa, con presencia en al menos 52 municipios de la provincia. Respecto al año pasado, el número de franceses en Valencia ha crecido en 385 personas.

Hemos llegado a un escenario de divorcio contencioso y una de las partes ya se ha defendido en lo que podríamos enmarcar como un primer juicio. El lunes se producirá una reunión entre la dirección del Instituto y los trabajadores para concretar en qué va a consistir y cuáles son los planes de futuro de la institución. Las intenciones de los empleados permanecen inamovibles : “ impedir toda decisión que suponga el despido masivo del personal y el cierre de este instituto francés, al cual valencianos, españoles y francófonos de Valencia están muy unidos”.

Faltará ver el desenlace de esta larga historia de amor de más de 100 años, desde que se inaugurase la sede en Valencia en 1888, que, desgraciadamente, para muchos podría acabar en pesadilla.