| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez, en un acto reciente
Pedro Sánchez, en un acto reciente

La casa de los líos en Moncloa: lo que hay detrás del pulso entre Pedro y Pablo

A Sánchez le interesa ahora marcar distancias con Iglesias, que también quiere tener agenda ideológica propia. ¿Pero es verdad o ficción y marketing? Las respuestas son decisivas.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

 Cada Consejo de Ministros ofrece una de esas imágenes que dicen más que mil palabras. Veintitrés miembros, con Pedro Sánchez en el centro del retrato, sonriendo con la mueca del disimulo y sin mover un músculo, flanqueado por Carmen Calvo y por un Pablo Iglesias que, según me relata un titular socialista, toma la palabra semanalmente para lanzar siempre una idéntica pregunta: “¿Y esto? ¿De qué manera lo vendemos?”

Para el líder de Podemos, todo pasa por la agitación y la propaganda, que ve indispensable para seguir en el machito. Naturalmente, la desconfianza lleva tiempo instalada en el seno de la coalición. Porque las bravuconadas  del  secretario general de los morados acrecientan los enfrentamientos y enganchones en el Gobierno.

De hecho, según pasan las semanas, las distancias entre unos ministros y otros se perciben en La Moncloa con mayor nitidez. Y esto, cuando suenan con fuerza los clarines de la inquietud ante una economía que se deshace como un azucarillo, en medio de la más aguda crisis institucional que haya conocido el país desde la instauración de la democracia.

Nadia Calviño, en alianza con María Jesús Montero y José Luis Escrivá, se están configurando, a espaldas del resto del Gobierno, como un cenáculo alrededor de Sánchez para tratar de frenar una expansión incontrolada del gasto público improductivo, del que son apóstoles Iglesias y su camarilla ministerial y que sólo puede terminar en bancarrota.

 

Así ocurre con Yolanda Díaz y la pretendida subida del Salario Mínimo Interprofesional. Sánchez puede acabar abocado a tirar de los fondos europeos para cubrir el boquete de los ERTE. Ya hay en su entorno quienes lo plantean abiertamente.

Mientras, la guerra se ceba con el retraso del decreto antidesahucios y la prohibición de interrumpir los suministros básicos a consumidores vulnerables. Los roces ministeriales son un suma y sigue. Incluso las ayudas a la hostelería y al pequeño comercio son motivo de choques.

Con desconcierto y malestar, ministros socialistas muestran su temor al desgaste por los pulsos del socio minoritario

El Gobierno de coalición va de sobresalto en sobresalto. De un lío interno a otro. Siendo tan del gusto de Iglesias el teatro de la política y las emociones que suscita el ejercicio del poder, su hambre de visibilidad le lleva a airear por tierra, mar y aire su animadversión hacia la Corona, forzando al PSOE a echar mano de la retórica para situar en el ámbito de una cierta normalidad una ofensiva que, desde luego, no tiene nada de normal viniendo de la mano de ministros.

Según esta forzada versión, al gabinete de coalición no le afecta en absoluto la divergencia de criterios. Así, José Luis Ábalos, como secretario de Organización socialista, cierra filas con Felipe VI al tiempo que rechaza los vídeos con la banda sonora de "Narcos" con los que sus socios persisten en proclamas en favor de la República.

¿Tensiones acordadas?

Algunos opinan que estas tensiones están hasta cierto punto acordadas, según convenga a Sánchez venderse en solitario como monárquico y a Iglesias mantener activa a su militancia. A ojos de los españoles de a pie, el Gobierno es cada vez más la casa de los líos.

En una mezcla de desconcierto y malestar, ministros del ala socialista muestran su temor al desgaste que suponen los pulsos del socio minoritario. Opinan que Iglesias ha dejado de respetar el espacio en el que, al inicio de su andadura en común, se resolvían todas las tensiones: su interlocución en privado con Sánchez.

Visto lo visto, cada vez son menos en el entorno presidencial quienes sostienen que con Podemos fuera del Gobierno, la oposición por la derecha y por la izquierda, les hubiera sido insoportable.