| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Amor tóxico

Ana me confesó que le gustaba que su novio fuera celoso porque eso significaba que la quería, que le pertenecía, aceptando que es su posesión. Estas relaciones tóxicas son muy habituales

| Eva García Lara * Edición Valencia

Un concepto fundamental que deberían diferenciar los jóvenes son las relaciones sanas de las relaciones tóxicas. Si no lo hacen, hay que ayudarles para que comprendan que el amor no tiene que doler hasta el punto de una absurda violencia o control exagerado, hay que desmontarles los mitos de un amor romántico que no es real en sus primeras relaciones de pareja. Esa etapa en la que están madurando su personalidad y en las que el cerebro actúa ante unas emociones poderosas que no dejan ver más allá de la propia pareja.
Algo difícil hoy día, opinar sobre una relación.
Una adolescente que llamaré Ana me comentaba el otro día que la relación con su novio, al cual llamaré Luis, funcionaba muy bien, que los dos estaban muy enamorados, que era su media naranja. Me lo decía desde su verdad, y con el jersey manchado de sangre.
Esa noche Luis había salido de fiesta con un grupo de amigos, después había ido a buscarla a altas horas de la madrugada a su casa, exigiéndole a grito pelado que bajara. En un principio ella estaba dormida y como es lógico no quería ni bajar, ni hablar. Además por la voz estaba bebido, o tal vez drogado, pero era tan insistente que al final accedió.

Empezaron a pasear y Luis empezó a gritarle que era una puta, una guarra y que estaba celoso de un tal Dani, un amigo de la infancia de Ana. Que no soportaba que quedaran si él no estaba y que dejaría de verlo si realmente lo quería.
Ana le decía que iba a seguir viéndolo porque era su mejor amigo. La contestación de Luis fue darle varios puñetazos al capot de un coche y después darle un cabezazo al cristal de un escaparate de una peluquería, rompiéndolo.

Empezó a sangrar con una brecha de cinco puntos en la frente y Ana se asustó, aunque también le hizo sonreírse. Insistió en llevarlo al hospital porque no quería ir, hasta que lo convenció.
Luis le decía a la enfermera que se había tropezado y en la caída había roto el cristal de un establecimiento, cosa que nadie creyó, estaba claro que mentía y ella afirmaba con la cabeza apoyándole en su historia inventada. El chico quería aparentar dureza, arrojo, su hombría violenta absurda. Su capacidad para sufrir por ella.
Él le decía que ella era la chica de su vida, que solo ella lo entendía y gracias a ella podía controlarse, que si ella no estuviera presente es capaz de todo. Luego empezaron a reírse y abrazarse, como si nada malo hubiera ocurrido, sin hacer ningún caso de la recomendación médica y a la vez aparecían los celos, nuevamente.
Ana me confesó que le gustaba que su novio fuera celoso porque eso significaba que la quería, que le pertenecía, aceptando que es su posesión, le encantaba que la buscara para tranquilizarse, como si ella tuviera el botón de activar o de adormecer a su pareja.

En otra ocasión se había pegado con otro chico por ella y eso le parecía muy romántico, más todavía si se pega contra dos jóvenes en vez de uno. Le gustaban los malotes y Luis reunía todos los requisitos y todas sus amigas la envidiaban porque era el chico más popular del barrio, el más violento, el que más miedo daba, el que evitaban otros chicos que no están a la altura de su maldad. Un chico capaz de cualquier cosa.


Es prioritario explicarles a los dos que en una relación sana:
El amor no tiene que doler. No tienes que estar siempre reprochando.
El amor no insulta. No tiene sentido vejar a nadie.
El amor no es mentiroso. Engañar defrauda rápidamente.
El amor no culpabiliza. No puedes someter a tu pareja.
El amor no controla. No puedes acorralar a nadie.
El amor no grita. No puedes mostrarte como un animal con la rabia.
El amor no golpea. La violencia… ¿Para qué sirve?
El amor no es celoso porque se basa en mutua confianza.
El amor es todo, menos impulsividad, agresividad, y desdicha.

Profesionales, familiares, educadores, amigos, políticos, jueces, el conjunto del entorno social…tienen mucho trabajo con nuestros jóvenes. Algo no está funcionando y estas relaciones tóxicas son muy habituales entre personas adolescentes con poco o nulo futuro, en la que se sobrevive a base de aceptar las leyes de las calles.

Si sumamos a un comportamiento inadecuado, un aprendizaje parental delictivo, o de un entorno delictivo con amigos o simpatizantes junto con el consumo de alcohol, drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias alucinógenas, o inclusive fármacos, el desmarque de una buena educación desaparece.

El amor verdadero se basa en la comprensión de saber entender a la otra parte, incluso si es necesario separarse. Los buenos sentimientos siempre suelen solucionar los conflictos y ojala llegase un momento en el que todos lo pensáramos antes de producir ofensas que permanecerán para siempre.

*Grupo EmeDdona