| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Un plato de torrijas típicas de Semana Santa.
Un plato de torrijas típicas de Semana Santa.

La auténtica dulcería artesanal elaborada para el siempre difícil sustento

Degustar ese vademécum, quizás bastante olvidado, de la cocina cuaresmal nacida en el medievo, potenciada con el casual hallazgo de América, y hoy apenas conservada en los recetarios.

Desde hace ya unos años, algunos restaurantes aprovechan la Cuaresma que se cierra con la Semana Santa, para recuperar esos platos de nuestro mejor recetario clásico en tiempos preceptivos para los católicos. Sin ir más lejos aquí les dejo enunciado que pueden buscar en Internet (Página oficial del Ayuntamiento de Alicante) de estas ya “IV Edición de las Jornadas Gastronómicas de Semana Santa 2023. Tapa cofrade y Viernes de Cuaresma”, con atractivo itinerario de rotundos yantares y sutiles tapeos paseantes tanto para las gentes capitalinas como para el mucho personal foráneo que durante estas cortas vacaciones nos visita, existen direcciones coquinarias harto sugerentes donde recuperar sabores de la infancia para unos, y descubrir nuestro enorme acervo gastronómico muy propio de combinatorias entre la huerta y la mar para los más jóvenes, quienes han crecido viviendo en los corrientes tiempos aconfesionales.

Disfrutar el pequeño paréntesis vacacional de la Semana Santa para presenciar singulares desfiles de nazarenos polícromos según cofradías escoltando los tronos que representan la pasión, muerte y resurrección de Cristo, puede resultarnos una experiencia única, y si además regresamos a nuestra auténtica antropología secular y culinaria, habremos completado el fervor de los sentidos.

Nuestra provincia, esencialmente hacia el sur, bien puede presumir de excelente imaginería, firmada por Nicolás de Bussy, Francisco Salzillo, Mariano Benlliure y un largo etc. del elenco escultor en la talla devocional española, que, si durante todo el año se guarda y expone en museos como los de Orihuela o Crevillente, ahora se devuelven a sus custodios cofrades, quienes, desde parroquias y conventos apadrinadores, los sacan callejeando a golpe de hombro y campanilla.

 

En días sucesivos y desde estas mismas páginas informaremos sobre restaurantes y platos que, a mi entender, resultan idóneos para degustar ese vademécum, quizás bastante olvidado, de la cocina cuaresmal nacida en el medievo, potenciada con el casual hallazgo de América, y hoy apenas conservada en los recetarios conventuales que han podido trascender a libros bien estructurados, o guardados y rescatados en la transmisión familiar inscrita en cuadernillos con tapa de hule manchados por generaciones; y también, cómo no, a mucha visita girada propiamente y de la que dimos noticia en algunos volúmenes sobre historia de la cocina, y mucho artículo publicado durante décadas de rescates gastronómicos.