Rufián entra al lío de Torrente 6 y chafan sus vacaciones: “tus amigos de ETA”

Este miércoles 13 se lo contábamos en ESdiario, la filtración de una escena de Torrente 6, la nueva entrega de Santiago Segura prevista para 2026, ha provocado un terremoto político inesperado. El clip, grabado en el ayuntamiento de Anchuelo (Madrid) y difundido en TikTok, muestra al personaje de José Luis Torrente arengando a una multitud desde un balcón, rodeado de banderas de España y otra que parodia a Vox bajo el nombre “Nox” y el lema “Con Carrascal a defender lo nuestro”. El tono, fiel a la sátira gamberra de la saga, ha encendido un debate sobre el blanco de sus burlas.

En medio de la polémica, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, quiso dejar clara su opinión en la red social X:

“Qué raro que en la nueva peli de un personaje fascista, homófobo y machista forme parte de un partido que se parece mucho a uno fascista, homófobo y machista”.

Lejos de ser positivo para el locuaz parlamentario independentista, el comentario del diputado se convirtió en un imán para las críticas, muchas de ellas recordándole episodios de su trayectoria política y sus relaciones. A Rufián su gracia le ha servido para arruinarle las vacaciones. Entre las respuestas más virales figuraban alusiones a sus encuentros con el entorno de ETA, Arnaldo Otegi y también su papel en la política catalana:

“Lo raro es que siendo un borracho, putero y analfabeto no milite en el PSOE”.

“Querían hacer una película sobre el terror de Companys y de las checas pero no había suficiente dinero para pagar a tantos figurantes que tenían que hacer de muertos”.

“Qué raro que a un independentista catalán le guste tanto Madrid, que se termina quedando a vivir más de 18 meses”.

“Qué raro que una película subvencionada por el PSOE en el que el protagonista es una basura humana lo pongan en el partido opositor. Política hasta con las películas, porque dar soluciones a los problemas de España no sois capaces”.

La lluvia de respuestas evidencia que la controversia sobre Torrente 6 ha traspasado lo cinematográfico para instalarse en el campo de batalla político, donde cada gesto —incluso uno de ficción— se interpreta como un ataque o una defensa partidista. Mientras Santiago Segura defiende que se trata de una sátira y critica que se prejuzgue su trabajo por “una imagen robada”, el debate en redes demuestra que, en la España actual, hasta un personaje de celuloide puede encender una guerra dialéctica digna de un pleno parlamentario.