Richy/Nova/Izan, la pieza olvidada en las series sobre La Veneno y Yurena

Superstar ha hecho por Yurena lo que ya hiciera en su día hiciera Veneno (2020) por Cristina Ortiz. Coger a un personaje de la cultura pop (quemado casi siempre por sus apariciones mediáticas) para disociarlo de ese contexto. Poner distancia y tratarlo con el respeto con el que hasta ahora solo se hacían series biográficas con personajes históricos o de la alta cultura.

Ambas serie no tienen nada que ver entre sí. Veneno es más para un gusto mayoritario, mientras que Superstar, aunque producida por Los Javis (Javier Calvo y Javier Ambrosi), la ficción es deudora del particular estilo de su creador Nacho Vigalondo, amante de los saltos temporales, los relatos en paralelo y la ciencia ficción.

Sin embargo, sí hay un punto en común entre ambas producciones, más allá de Los Javis, y esa es la ausencia en ambos relatos biográficos de Nova (antes Richy Bastante, y hoy Izan). Lo cierto es que con ambas protagonizó momentos icónicos en esa televisión salvaje de inicios de este milenio que hoy se nos antojan insalvables. Tal vez por eso acumulan millones de reproducciones en YouTube, el moderno Dios de la memoria. Porque se acumulan visualizan como algo que sabemos que no volverá a hacerse.

A Izan le conocimos como Richy Bastante de la mano de Tamara (hoy Yurena). Era un adolescente de Alcobendas, amaneras y maquillado que ejercía de fan fatal de la intérprete vasca. En sus memorias, De niño a mujer (2019) llegó a asegurar que encontró en Tamara más que un ídolo, un referente estético y de valentía frente a las críticas cuando vivía inmerso en el bullyng por su condición sexual.

En una época en la que no teníamos la empatía actual Richy se convirtió en un friky televisivo y asistimos en directo a cómo su relación con su estrella se trocaba en un carrusel de reproches mutuos. Llegamos a asistir a cómo Richy era detenido en las puertas de Telecinco tras una demanda de Tamara. Juntos estuvieron en una edición de DEC donde se dijeron auténticas burradas. A todo esto nadie parecía reparar en que el protagonista era un adolescente.

En paralelo Richy daba el salto a los medios como trasnformista y llegó a sacar varios temas musicales en una especie de remake de Eva al desnudo a cargo de John Waters. De ahí pasó a declarar su transexualidad y hacer partícipe a la sociedad de su transición. Los medios explotaban el morbo y ella utilizaba el dinero para ser la mujer que quería ser.

Convertida en Nova se convirtió en una defensora de la causa trans adelantándose años a discursos que vemos hoy en día. En su lucha no dudó en enfrentarse con otras mujeres transexuales que estaban años luz. Obviamente, era el caso de La Veneno que tiraba de argumentos tránsfobos para hacerse con el aplauso del, es un decir, respetable.

Su cara a cara con La Veneno es una fuente de memes constantes. Frases como “¿Qué curriculum tiene esta tarántula?” o “¡Qué patas, parece un futbolista!” salieron de la boca de La Veneno que ser refirió a su contrincante como “Pollanova”.

En su citado libro, Nova aseguró que salió del plató y no quiso volver a entrar pero la dirección le convenció: “Algún día nos lo agradecerás”. Sin embargo, Nova acabó apartándose durante unos años de la televisión. En 2019 con su la publicación de su libro de memorias y un disco quiso volver a los medios. Fue cuando el autor de este texto la conoció. Acudió al periódico donde yo trabajaba para realizar una entrevista. Daba la sensación de no tener causas pendientes con el pasado y me confesó haber hecho las paces con La Veneno, no así con Yurena que nunca quiso tener un acercamiento.

Luego volvió a desaparecer y cuando la recuperamos contó al mundo que había detransicionado y ahora se llamaba Izan y volvía a ser un chico. Fuentes cercanas a él hablan de que en su nueva vida tiene un papel preponderante su padre, autor del polémico libro El caballero del Tao y que ha realizado un acercamiento a posiciones espirituales un tantos extremas.