Un suculento negocio

Oceanogràfic de Valencia
Hace dos años moría Kairo en el Oceanogràfic. Kairo era una beluga que fue obligada a vivir en cautiverio durante más de 26 años. Kairo fue capturado en Rusia, donde lo mantuvieron varios años en un centro de investigación. Posteriormente fue vendido a un acuario en Argentina.
Tras unos años viviendo allí, fue comprado por el recinto valenciano donde vivió sus últimos 19 años. A nadie le importaron ni sus intereses ni sus lazos afectivos con otros de su especie, ni cuando lo secuestraron del mar, ni cuando lo trasladaron de una pecera a otra.
Los visitantes del acuario de Valencia denunciaban que Kairo pasaba muchas horas quieto, apático. Diversas organizaciones, como Ecologistas en Acción, se hicieron eco del estado depresivo del animal y de las condiciones terribles en que vivía. Seguramente Kairo había perdido la esperanza.
¿Acaso hubieses podido ser tú feliz encerrado perpetuamente en una habitación, con una compañera impuesta y sin más aliciente que recorrer una y otra vez los mismos muros?
Un día tras otro. Un mes tras otro. Un año tras otro….así durante casi 30 años. Sólo la muerte consiguió devolver a Kairo la libertad.
En el Oceanogràfic, Kairo vivía con Yulka.
Yulka era una beluga hembra. En 2016 tuvieron un hijo, Kylu, tras haber haber sido inseminada artificialmente en diversas ocasiones, todas las anteriores, sin éxito.
Kylu, es una de las pocas belugas nacidas en cautividad, porque la mayor parte de belugas (y otros animales) que viven confinadas en acuarios han sido secuestradas de su hábitat, donde nadaban decenas de millas cada día y exploraban espacios profundos con su grupo, con el que habían establecido unos fuertes lazos afectivos.
Sin embargo, la falta de escrúpulos y un suculento negocio hacen que estas cuestiones resulten irrelevantes. Hasta hace unos días, Yulka y Kylu vivían en las pequeñas peceras interiores del Oceanogràfic que ocupaban con Kairo, hasta su muerte.
Hace unas semanas los medios se han hecho eco del traslado de dos belugas, Plombi y Miranda, desde un acuario de Járkov al de Valencia. El motivo, el peligro que corría la vida de los animales como consecuencia de la falta de suministros, la dificultad de los cuidados y el riesgo de impactos propiciados por la invasión rusa.
No obstante, esta triunfal noticia, que celebra, como no puede ser de ora forma, que se haya puesto a salvo a estos animales, no cuestiona que ningún animal marino debería estar en riesgo por una guerra terrestre.
Tampoco se nos cuenta por qué han ido a Oceanogràfic y no a un santuario (donde podrían haberse reintroducido posiblemente en su hábitat, tras un período de adaptación), ni el montante económico que la presencia de estos animales va a generar en la empresa valenciana.
Ni siquiera en qué condiciones van a vivir esos 5 animales en un recinto que ya resultaba minúsculo cuando sólo era ocupado por Kairo y Yulka.
Y es que las compañías que se lucran por mostrar animales cautivos, se encargan de preparar un marco discursivo ante la sociedad que las muestra como necesarias para la conservación de especies, pero no nos cuentan que la mayoría de los animales a los que es impuesta una terrible vida en estas ridículas peceras, son meros objetos mercantiles, que se compran y venden sin importar lo más mínimo sus propios intereses, el daño que les hacemos o la vida de miseria a que los condenamos.
Estas empresas saben también que a la mayoría de personas nos gustan los animales. De ahí que estas noticias se enmarquen en sus campañas de “animal” o “humane” washing, que promueven que todos sientan la necesidad de ver a las belugas que tan heroicamente han sido salvadas de la guerra.
La realidad, bien distinta, implica que pese a la pseudo sonrisa de sus caras, estos inteligentes y complejos animales son prisioneros de la codicia.
Y esta codicia les condena a una vida cruel, en minúsculos tanques, sin poder ejercitarse ni mantener las relaciones sociales que deberían para tener una vida plena.
Si te gustan los animales, ir a verlos a lugares como estos no es una buena opción. Con tu entrada, contribuyes a sostener este cruel negocio. A través de la web de múltiples organizaciones y con el visionado de documentales puedes aprender sobre ellos y su verdadera vida, en libertad. Sólo debes buscar.
No necesitas verlos físicamente para conocerlos. Porque además, lo que vas a encontrar es únicamente una caricatura de los seres extraordinarios que realmente son. Que tu interés no se convierta en su condena.