El ministro de Cultura gasta más en comprarse una casa que en ayudas a afectados de la dana

Más de 7 millones para comprar una casa en Barcelona y sólo 2 millones para ayudar a todos los afectados de la dana de Valencia en materia cultural. Esas son las prioridades del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que más bien parece ministro de la cultura catalana porque sólo centra las inversiones de su ministerio en esa comunidad, donde va a construir una mega biblioteca de 82 millones de euros, que se dice pronto.

La última de Ernest Urtasun, cuota de Sumar en el Gobierno, ha sido comprar la Casa Gomis de La Ricarda, en Barcelona, por 7,2 millones de euros para convertirla en un centro público dedicado a la cultura y el medio ambiente. El ministro de Cultura justifica además que esta casa es un ejemplo de a arquitectura racionalista. Pero estas compra no es más que una treta para obstaculizar la ampliación del aeropuerto de El Prat, que boicotean los Comuns, aunque para ello haya que destinar más millones que a los afectados de la dana de Valencia.

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, anunció en noviembre un paquete de medidas para la “reconstrucción y la reactivación cultural” en las zonas afectadas por la dana de Valencia. Estas ayudas van dirigidas principalmente al sector editorial y cinematográfico, con las artes escénicas, visuales y la música también contempladas. Pero este paquete se quedó en 2 millones de euros y no llega por ejemplo a todas las instalaciones que han sido arrasadas, algunas de ellas reparándose gracias a la colaboración de la iniciativa privada.

Pese a ello, Ernest Urtasun sigue más interesado en hacer campaña en Cataluña y en utilizar el Ministerio de Cultura como si fuera un departamento más de la Generalitat de Cataluña. En el pasado, el ministro de Sumar ya prometió subvencionar a entidades catalanistas en Valencia o vino de visita a las Fallas despreciando a las autoridades y a la fallera mayor. Ahora, con la dana de Valencia, sigue el desprecio de Urtasun a la cultura valenciana que recibe 4 veces menos de dinero que su capricho de comprar una casa en Barcelona.