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DANA

Un año de la peor tragedia que marcó a Valencia para siempre

Este 29 de octubre se cumplen 365 días desde que la terrorífica riada devastara vidas, hogares y pueblos enteros

Un barrio afectado por la Dana en Sedaví a 31 de octubre de 2024

Un barrio afectado por la Dana en Sedaví a 31 de octubre de 2024rober solsona

Sonia García
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Ha llegado la fecha que millones de personas no han dejado de tener presente: el pavoroso 29 de octubre. Se cumplen 365 días desde que la riada -o las riadas- arrasaran 103 municipios y se llevara consigo 229 vidas, destrozando a su paso hogares y dejando familias rotas. 

Con el paso del tiempo, se ha podido ir conociendo más al detalle qué sucedió aquella fatídica tarde, aunque aún faltan piezas por resolver. A las 7:30 horas la Agencia Estatal de Meteorología activaba una alerta en el litoral por una dana, pero nadie esperaba lo que venía. La lluvia se concentró con intensidad en el interior de la provincia, en la zona de Utiel, la verdadera zona cero. Al medio día, fue cuestión de minutos que se desbordara el río Magro con hasta 1000 m3/s. Un tiempo inverosímil que fue más que suficiente para que a los vecinos de Utiel les llegase el agua al cuello dentro de sus casas. Seguidamente en Requena, Montroy, Llombai, Catadau, L'Alcudia, Carlet y Algemesí. Miles de personas fueron rescatadas en barca, otras sobrevivieron a las horas más angustiantes agarrados a lo que podían. También en Chiva. Era el preludio de lo peor, que aún estaba por llegar. A las 18:45h bajaba aguas abajo un auténtico tsnumami por los barrancos de l'Horteta, el Gallego y el Poyo. La fuerza del agua derribó todo a su paso, entrando hasta el corazón de los hogares de la comarca de l'Horta Sud. Localidades como Torrent, Paiporta, Massanassa, Alfafar, Benetússer, Sedaví, Picaña, o las pedanías de Valencia fueron de las más afectadas. Los garajes y las casas bajas se convirtieron en trampas mortales, donde se tiene constancia que se produjeron la mayoría de las muertes. Fue la noche más terrorífica que se recuerda. La angustia fue captada por las imágenes de los teléfonos móviles, que recogían testimonios de personas atrapadas subidas a vehículos, techos, o simplemente enganchados a lo que podían. El pitido de la alerta masiva a las 20:11h llegaba a los teléfonos de la provincia, alertando de una emergencia a tiempo pasado. 

La pesadilla continuó los días posteriores. Durante casi una semana, algunos municipios se encontraban completamente aislados. Las calles taponadas por montañas de vehículos y toneladas de barro y residuos. Miles de personas atrapadas en sus viviendas sin poder salir a la calle. Hay quienes convivieron durante dos días con cadáveres. Los cuerpos iban llegando a la morgue improvisada de la Ciudad de la Justicia sin saber inicialmente que la magnitud de la tragedia obligaría a habilitar un espacio más grande en Feria Valencia para acoger todos los cuerpos. Mientras tanto el sentimiento de abandono en la zona afectada crecía; millones de personas continuaban sin luz, ni agua, envueltos en barro. Se produjeron situaciones de pillaje. Lo compararon con el terror de películas como 'La Purga'. Esos días contaron con la ayuda de la ola más solidaria que jamás ha vivido España. Miles de voluntarios, venidos de todas partes del país para comenzar una travesía, cruzando los puentes hoy llamados de la solidaridad para tener su mano a los afectados. Calle a calle, puerta a puerta, ayudaron a quienes más lo necesitaban. A sacar el lodo, a llevarles el agua y la comida de la que carecían. El 1 de noviembre, tres días después, se activó al Ejército de Tierra. Y poco a poco el marrón fue desapareciendo. 

Tras la emergencia comenzó la colosal labor de reconstrucción de infraestructuras que un año después se puede dar casi por terminada. Pero la huella de la riada sigue presente en las calles, con multitud de hogares aún en ruinas, ascensores rotos, colegios demolidos y comercios con la persiana bajada. 

Hoy los silencios convocados este miércoles en todos los municipios se funden en un único suspiro colectivo. Y la memoria de las víctimas será recordada en el solemne funeral de Estado que se celebra este miércoles a las 18h en la icónica Ciudad de las Artes y las Ciencias

Aún esta semana se halló un cuerpo más, sepultado bajo el barro en el barranco de Manises, a 50 kilómetros de dónde desapareció. 365 días después los cuerpos de dos personas siguen sin aparecer. Elisabet Gil, de 38 años, desapareció en Cheste mientras viajaba con su madre hacia su trabajo en el hotel La Carreta. Su madre fue encontrada sin vida días después. Posteriormente la Guardia Civil halló su vehículo vacío, pero ni rastro de Elisabet. Francisco Ruiz, de 64 años, fue arrastrado por la riada en Montserrat tras poner a salvo a sus dos nietos en el techo de su coche. Fueron los propios menores quienes relataron cómo vieron a su abuelo arrastrado por la corriente. A pesar de los esfuerzos de búsqueda, su cuerpo no ha sido localizado.

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