Youtubers, influencers y tatuadores
Me da pena pensar que nuestros jóvenes pueden llegar a ser los más burros de Europa, debido a la falta de unidad de los partidos políticos entorno a un tema tan sensible como la educación
En estos días ha saltado la noticia de que España está en los primeros puestos de la OCDE en cuanto al porcentaje de jóvenes entre 18 y 24 años que ni estudia ni trabaja. Para entendernos, ninis. En el informe español anual titulado “Panorama de la educación 2021” (“Education at a glance 2021”) de esta Organización, se puede apreciar cómo en el ámbito europeo nuestro país está solo por detrás de Italia en este aspecto, con una tasa que ronda el 20% de los jóvenes de ese tramo de edad. De cada cinco chavales, uno no hace nada de nada. De estos que no estudian ni trabajan, se considera que algo más de la mitad está a la búsqueda activa de empleo, mientras el resto ni siquiera lo busca. La situación de estos jóvenes es preocupante, porque denota la falta de ilusión de algunos por labrarse un futuro, o bien pone de manifiesto que muchos están directamente fuera del sistema, o en situación de quedarse fuera. Si no estudian, no trabajan, ni tampoco buscan un empleo, ¿a qué aspiran? Al margen de los gandules redomados, habrá chicos que no hagan nada porque no tengan ninguna esperanza de encontrar un trabajo. Evidentemente sus posibilidades se reducen al no tener estudios, que es la pescadilla que se muerde la cola. No pensemos solo en jóvenes que están en la marginalidad y la delincuencia, o que proceden de familias desestructuradas, porque estas situaciones se dan incluso en entornos en los que los chicos han sido criados con esmero, con unos padres amorosos que se han ocupado de guiarlos en la vida y se han preocupado de su educación. Es cierto que dentro de este grupo también se hallan jóvenes que están preparando oposiciones, o bien los que tienen que encargarse de cuidar de alguien, entre otras situaciones posibles, pero no deja por ello de representar un porcentaje demasiado elevado. Un problema más que los sucesivos gobiernos no han sido capaces de atajar y en el que se deberían emplear a fondo.
Por otra parte, tenemos una tasa de repetición muy alta, del 8,7% en la primera etapa (frente al 1,9% en la OCEDE) y de un 7,9% en la segunda etapa de la secundaria (siendo del 3,0% de media en la OCEDE). Algo gordo está fallando en nuestro sistema educativo, como reiteradamente vienen denunciando los Informes Pisa, para que, a pesar de que la inversión en profesorado en nuestro país esté por encima de la media de la OCDE, haya tantos alumnos de la ESO que repiten y tantos que abandonan los estudios. Comentándolo con mi hijo Javi, que estudia segundo de Bachillerato, me pregunta por qué tantos chicos dejan la ESO, y me insiste, “pero ¿no era obligatoria?” Efectivamente, la obligatoriedad en este caso es meramente teórica, porque en la práctica hay muchos chicos que no llegan a terminar nunca estos estudios, por mínimos que sean. Solo el 74,7% de la población se gradúa de la segunda etapa de educación secundaria (4º de la ESO). En resumidas cuentas, una de cada cuatro personas en España no consigue terminar la ESO, lo que también está por debajo de la media de los países de la OCDE. ¿Será por este dato ominoso que el Gobierno pretende bajar el listón, permitiendo que la gente apruebe y pase de curso aunque no tenga los méritos suficientes para ello, es decir, aprobando por ley? La reforma educativa que prepara el Gobierno prevé que obtendrán el título de ESO los alumnos que hayan adquirido, a juicio de los docentes, las competencias establecidas, más allá de suspensos o recuperaciones. Esta medida, a juicio de muchos docentes y de varias Comunidades Autónomas, desmotiva y desincentiva el esfuerzo porque, si los van a aprobar por la cara, ¿quién va a querer estudiar? Parece un error de libro, nunca mejor dicho. Y es que no podemos tirar el nivel por el suelo, es algo que perjudicará a todos nuestros estudiantes en general y al país, en definitiva.
Solo el 74,7% de la población se gradúa de la segunda etapa de educación secundaria
Me da pena pensar que nuestros jóvenes pueden llegar a ser los más burros de Europa, debido a la falta de unidad de los diferentes partidos políticos entorno a un tema tan sensible y trascendente como este, la educación. Tenemos una deuda moral con ellos, que es intentar dejarlos lo mejor preparados que sea posible para el futuro, sobre todo teniendo en cuenta el entorno económico actual, tan difícil y cambiante. Me quedo pensando en el fondo de triste realidad que puede tener a la vuelta de poco tiempo el chiste que circula en redes sociales, que dice que menos mal que la pandemia nos ha pillado ahora, con médicos, enfermeros, químicos, ingenieros y farmacéuticos al mando; imaginen lo que podría pasar dentro de veinte años, cuando solo haya youtubers, influencers, tatuadores y ninis. Es una risa, pero también da que pensar.
Mónica Nombela Olmo
Abogada y escritora