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La cosa está que arde

Sabe el riesgo que corre de que salte todo por los aires en cualquier momento

El presidente de Estados Unidos Donald J Trump.Ron Sachs - Pool via CNP

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La cosa está que arde, y no hablo solo de las altas temperaturas que, un año más, nos han pillado por sorpresa, tras el mes de mayo tan inusualmente fresco y lluvioso que hemos disfrutado. Tampoco me refiero a las Hogueras de San Juan, que en un par de días se quemarán y con ellas se volatizarán en una noche la ilusión y el esfuerzo de tantos festeros, que año tras año trabajan por mantener la tradición de estas fiestas tan emblemáticas y reconocidas fuera de nuestra ciudad. Por cierto, sigo sin entender, después de tantos años alicantinizada, por qué la cremà es la noche del 24 y no la del 23, es decir, la auténtica noche de San Juan. Cada año las Hogueras atraen a miles de visitantes, que contemplan sorprendidos los monumentos y no paran de hacerles fotos. Este año ha habido monumentos verdaderamente espectaculares. Saben, los que me conocen, que siento por les Fogueres una especie de amor-odio y, como tantos alicantinos que no comulgan 100% con el régimen absolutista de la festa, en ocasiones me largo lo más lejos que puedo. Por cierto, que el decreto del Ayuntamiento de este año sobre los horarios de las hogueras me ha dejado, como quien dice, con las patas colgando. No se puede poner música fuera del horario, que es de 22’30 a 4’30, del 20 al 24. En vez de fomentar la compatibilidad de la fiesta con los horarios de los no festeros, que pretenden seguir con su vida y a duras penas lo consiguen en una ciudad cada vez más tomada por las barracas y racós, se ha optado por dar gusto a los más cierrabares y trasnochadores del lugar. Alucinante. Es obvio que la medida va destinada únicamente a dejar que los festeros durante el día descansen, para que puedan seguir con la marcha nocturna. Estaría bien que pensáramos en los otros un poquito más. Sin ir más lejos, la Hoguera de debajo de mi casa apura el horario porque sí, aunque no quede ni un alma en el racó.

Hablando de temas más temas candentes y de interés general, y al margen de las Hogueras que son solo unos días, tenemos en pleno apogeo la política patria, con sus Koldo, Ábalos y Cerdán, el trío simpar de cuyo serial aún se esperan más capítulos, y a toda la caterva de adláteres suyos, entre otras sus chicas de alterne más o menos declaradas, mujeres capaces de cualquier cosa con tal de proteger a sus clientes, incluido el portar un disco duro en salva sea la parte de sus mallas. A todo esto, Sánchez está desencajado, aparece demacrado en los últimos días, y yo creo que no es solo por obra y gracia de algún que otro brochazo bien dado, que también, sino que sabe el riesgo que corre de que salte todo por los aires en cualquier momento. Su trono está en peligro. Veremos qué hacen Koldo y Ábalos en sus respectivas citas ante el Tribunal Supremo de esta semana y en qué repercute todo ello en el Gobierno de Sánchez y en el PSOE.

Y por último lo más importante, pues para no aburrirnos tenemos al mundo entero patas arriba. Con un Trump más que peligroso, impredecible, errático y chulo, que optó por lanzar un ataque contra Irán anteayer, poniendo con ello a todo el planeta en riesgo de que algún otro espabilado quiera medirse con él y contraatacar, ¿qué puede salir mal? Dicen que en Irán está habiendo numerosos terremotos en estos días, se ve que la madre Tierra parece estar quejándose de nuestros excesos, abusos y belicosidad. No simpatizo con ninguno de los contendientes a decir verdad y lo que me da más pena es la población civil, que al final es quien sufre estas idas de cabeza de sus gobernantes, la falta de diplomacia, de entendimiento y de conocimiento, así como esa indolencia con relación a las posibles consecuencias, que es lo más ofensivo de todo. Hemos permitido que los últimos de la clase llegaran al poder y ya ven cómo nos va… A este paso tira uno un pepinazo y entonces sí que iban a ser las hogueras de nuestra vida, las únicas a inimitables hogueras del fin del mundo. Recemos porque quede un poco de cordura en esas cabezas. Hoy más que nunca necesitamos la paz en el mundo.

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