El éxtasis se instala definitivamente en Orriols
Levante UD 2 - UD Las Palmas 1. Los 18.402 espectadores que dieron colorido a la matinal futbolística en el coliseo levantinista volvieron a disfrutar de un equipo que no pierde la fe.

El éxtasis se instala definitivamente en Orriols
Sin embargo, de lo que sí carecieron en esta ocasión los de Paco López fue del manejo del juego ante una UD Las Palmas que, en el segundo periodo, se mostró superior.
Tras una primera media hora en la que el Levante fue capaz de controlar - salvo en el mano a mano inicial detenido por Oier frente a Ezequiel - todas las acometidas de unos insulares que, determinados a jugarse el todo por el todo, enseñaban el ya característico dibujo ofensivo de su entrenador Paco Jémez; los espacios comenzaron a aflorar en las cercanías del área del arquero visitante Chichizola.
Precisamente, en unas de esas ocasiones en la que el lateral diestro canario Aguirregaray desprotegía su banda; José Luis Morales, mediante una gran cabalgada, ponía un pase de la muerte al corazón del área que el siempre atento Coke Andújar, al acompañar la acción de forma encomiable, sabría rubricar para hacer el 1-0 pocos minutos antes del entreacto, algo que parecía se iba a convertir en un mazazo casi definitivo para las aspiraciones de permanencia amarillas.
Por otro lado, Jefferson Lerma, enorme, sostenía al cuadro levantinista a través de su incansable trabajo en la medular. Todos los condicionantes, por tanto, se antojaban más que favorables en ese momento.
Segundo tiempo y cambio de tornas
Tras una oportunidad marrada por el propio Morales en el primer suspiro de la reanudación. Pronto se vería clara la intención de la UD Las Palmas de quemar sus naves. Un córner botado por la, en la mañana de hoy, pesadilla local Alen Halilovic iba a propiciar que el central David García rematara al fondo de las mallas, tras una sucesión de rechaces, en una acción mal defendida por la zaga granota.
A partir de ahí, todo cambió: Coke no conseguía parar al propio extremo bosnio Halilovic, hasta acabar expulsado a seis minutos del pitido final. Anteriormente, ya había avisado el conjunto de Paco Jémez por dos veces. Primero Calleri y, más tarde, Ezequiel pudieron adelantar a su equipo en sendos disparos ligeramente desviados desde posiciones francas.
Mientras tanto, el Levante sólo podía circunscribir sus acciones de peligro a jugadas de contragolpe. Roger Martí tuvo dos; e, incluso, acabaría reclamando la pena máxima en la segunda de ellas.
Y esos eran los parámetros en torno a los cuales se movería el partido hasta bien entrada la prolongación.
Para ese entonces, la UD Las Palmas ya estaba más que volcada sobre el marco de Oier buscando el gol que le concediera la esperanza de salvación que tanto ansiaba. Algo que Morales leyó a las mil maravillas para conducir un balón y contemporizar; el estiramiento visitante provocaba una situación de cuatro atacantes para dos defensores.
La llegada de José Campaña abría una línea de pase que el madrileño iba a aprovechar para habilitarle y dejar que éste, manejando los tiempos con maestría, alojara el balón cerca del palo largo pero, a la vez, muy lejos de los dominios de Chichizola. Y significó el 2-1 y... salvo poco menos que hecatombe de proporciones bíblicas, la permanencia del Levante UD entre los grandes del fútbol español un año más. El delirio estaba más que justificado en un Ciutat de Valencia que vivió una jornada matinal inolvidable.