Almansa: pena de muerte para los homosexuales
La Guerra de Sucesión fue una guerra civil en la que los valencianos tomaron parte por uno u otro bando. Botiflers, a favor de Felipe V, y maulets, minoría, a favor del archiduque Carlos. La derrota de éste supuso la supresión de los Fueros que contenían, entre otras, el castigo con pena de muerte para la sodomía o el aborto.
La batalla de Almansa, mitificada por la historiografía marxista y la nacionalista, supuso una derrota sin paliativos para las tropas austracistas y la victoria virtual de Felipe V en el trono de España. Esa derrota trajo consigo, también la supresión de los Fueros en Valencia, victimismo abanderado del nacionalismo catalanista en la Comunidad. Sin embargo, muy pocos de éstos saben que la caída de este “derecho valenciano” supuso también la de medidas tan poco progresistas como la pena de muerte por practicar la sodomía (forma de denominar en aquella época a la homosexualidad) o el aborto.
Con todo lo cavernario que pueda significar la defensa de esa parte de los fueros, hay que destacar también la confluencia que, “de facto”, tenía ya el Fuero valenciano con las leyes de Castilla.
E En la batalla más determinante librada en nuestro territorio, ni un solo valenciano lucho defendiendo a los maulets.
Según Císcar, "tras casi cinco siglos de vida jurídica antónoma, … tampoco Felipe V pretendía llevar a extremos impracticables sus intenciones”. Eso se tradujo en que la supresión no alcanzó al funcionamiento del Hospital Real y General de Valencia, ni a la Universidad, ni a la iglesia ni a los señoríos, ni a los gremios ni al Tribunal de las Aguas, ni a los arrendamientos históricos, … Es decir, se respetó la idiosincrasia valenciana.
Más allá de los fueros, la batalla Guerra de Sucesión fue una Guerra Civil, en la que la sociedad valenciana se dividió en dos bandos, botiflers (que apoyaban a Felipe V) y maulets (bando austracista). Se da la circunstancia de que en la batalla más determinante librada en nuestro territorio, ni un solo valenciano lucho defendiendo a los maulets. Es más, como recuerda el historiador hispanista Henry Kamen, “casi toda la élite y el pueblo respaldaban al bando que mejor conocían: el bando del rey Felipe”. Resulta, cuanto menos inverosímil, identificar dicha guerra como un enfrentamiento entre valenciano y españoles. Toda una declaración de intenciones al más puro estilo del historicismo alemán, que todos recordamos cómo terminó a mediados del siglo XX.
Lo define perfectamente el catedrático Martínez Roda al asegurar que la Guerra de Sucesión fue la expresión de una guerra internacional, una alianza europea frente a los borbones, especialmente frente a Luis XIV de Francia.
La guerra solo duró en la Comunidad Valenciana cuatro años, desde 1705 en que desembarcan las tropas austracistas, hasta 1709 en que finaliza el asedio y la toma de Alicante. En el resto de España, el conflicto duraría la friolera de doce años.
Analizar las consecuencias negativas, que las hubo, para el territorio valenciano es objeto de otro reportaje. Sin embargo, las positivas fueron muchas y variadas, generalizándose una modernización del antiguo Reino de Valencia, cuya economía comenzó a abrirse libremente al mercado nacional, cuya intelectualidad abrazó con intensidad la Ilustración y cuyo entramado legal se simplificó permitiendo una permeabilidad entre las distintas clases sociales que se habían quedado estancas hacía décadas.
Un dato más para los nostálgicos de tiempos pasados: las Cortes valencianas no se habían convocado desde 1645, es decir, que antes de Almansa, el sistema político valenciano llevaba colapsado sesenta y dos años. Casi nada.
Vicente Javier Más Torrecillas
Doctor en Historia. Académico de la Real Academia de Cultura Valenciana