Una cacicada ideológica y egoísta de la sanidad valenciana
El resultado en La Ribera fue el destrozo de un hospital que hasta entonces era puntero. No teniendo bastante con esto, planean perpetrar un nuevo desastre en Torrevieja
Todo parece indicar que la Conselleria de Sanitat Universal y Salud Publica sigue adelante con su plan de revertir la concesión del Departamento de Salud de Torrevieja, pues hace unos días conocíamos que asumían la bolsa de empleo para cubrir plazas en el citado departamento y está intentando convocar algún concurso menor, por cierto, de manera bastante chapucera, hasta el punto de que los tribunales han paralizado alguno.
La actual Conselleria de Sanidad de la Comunidad Valenciana, actuando con una contundencia más propia de un régimen totalitario que de un sistema participativo y democrático, prescindiendo de cualquier tipo de diálogo con las partes implicadas (trabajadores, empresa concesionaria, colectivos ciudadanos), sigue su ruta al margen del interés ciudadano, la pandemia mundial y de las evidencias acumuladas al respecto de los buenos resultados de salud que se han demostrado en el modelo de las concesionarias.
Y digo esto porque el interés ciudadano se fundamenta en la mejora en su salud y su bienestar, en la prevención, en las garantías de recibir una asistencia sanitaria de calidad, con la mayor agilidad posible, es decir, sin listas de espera eternas, y con un uso eficiente de los recursos.
Tras la desastrosa experiencia de la reversión del Hospital de Alzira, donde se podía argumentar que era la primera, que no se previeron adecuadamente los riesgos y las dificultades, etc , ahora no tienen excusa, pero están repitiendo los errores, actuando sin previsión y, sobre todo, sin diálogo. Con el agravante de la situación de pandemia y unos recursos sanitarios que están al límite, tanto personales como materiales.
El resultado en La Ribera fue el destrozo de un hospital que hasta entonces era puntero, vanguardista con una cartera de servicios amplísima, sin demoras, sin listas de espera, que fue acumulando premios año tras año y que llegó a convertirse en referencia mundial de éxito, y que ha pasado en apenas tres años a ser un hospital más, del montón, con unas lista de esperas inasumibles, por cierto similar a la del resto de hospitales de gestión directa, con peor calidad asistencial ( de ahí las quejas de usuarios, profesionales y sindicatos), y todo ello a pesar del incremento de recursos (más de 800 profesionales mas) y del esfuerzo de los propios sanitarios.
No teniendo bastante con esto, planean perpetrar un nuevo desastre, revirtiendo el que hoy aún es el mejor departamento de la Comunidad valenciana, obviando el deseo de los ciudadanos, que han tenido que llegar a hacerse oír través de vallas publicitarias ante la sordera de la administración, de los profesionales alarmados ante el ejemplo de Alzira y de lo que ven en los hospitales de gestión directa vecinos, como la denuncia de CCOO acerca del caos existente en el Hospital de la Vega Baja, de la que se hizo eco la plataforma Sanidad Excelente.
Cuando tenemos unos departamentos gestionados desde hace muchos años por un grupo sanitario con experiencia contrastada, diez hospitales y 62 centros de Atención Primaria en España, más de 7.000 profesionales, un millón de pacientes anuales, 46 acreditaciones de calidad y 175 premios nacionales e internacionales y que recientemente se ha adherido a la estrategia “One Health” para impulsar “una visión global de la salud en todo el mundo, que sigue innovando como lo demuestra su reciente revolución en el campo del cáncer de mama, con menores listas de espera, no puede entenderse que la Conselleria de Sanitat, en lugar de aprovechar todo este bagaje para ayudar a mejora el resto de departamentos, se proponga cercenar este modelo de gestión.
Porque el empeño de ciertos partidos políticos en asumir directamente la gestión de ciertos servicios públicos esenciales, a pesar de que sus resultados francamente mejorables, choca directamente con el interés general de los ciudadanos y, lo que es más importante, con las garantías de una atención sanitaria excelente. Y, además, pone de manifiesto las debilidades y carencias de la gestión directa, de todo aquello que no son capaces de mejorar por regirse con criterios políticos y no de resultados de salud.
el empeño de ciertos partidos políticos en asumir directamente la gestión de ciertos servicios públicos esenciales, a pesar de que sus resultados francamente mejorables, choca directamente con el interés general de los ciudadanos
No sé si esto tiene un nombre, pero esta actitud, más aún después de la reprimenda por parte del Tribuna Supremo sobre las condiciones para proceder a una reversión, es a nuestro juicio algo muy grave, inadmisible en un estado de derecho y democrático, una cacicada ideológica y egoísta.
*Carlos Rodrigo, médico y presidente de SanitatSolsUna