El político al servicio del pueblo o viceversa
Grosso modo hay dos hay dos formas de entender el gobierno del pueblo: la que pone al pueblo al servicio del Estado y la inversa, la que pone al Estado al servicio del pueblo. En eso sigue habiendo diferencias entre la izquierda y la derecha. Estos días estamos viviendo un ejemplo a cuenta de la Academia Valenciana de la Lengua. La izquierda entiende que siendo éste el organismo oficial que vela por el valenciano, el pueblo tiene que obedecerle y hablar como ella diga. Así es que quien diga “mosatros” en lugar de “nosaltres” es un palurdo que no sabe hablar.
Por el contra, la derecha entiende que el Estado está al servicio del ciudadano. Por eso, el Presidente Carlos Mazón ha pedido a la Academia que trate de adaptar el valenciano oficial al que se habla en la calle. Es decir, al que habla el pueblo. De paso ha recordado que en esta Comunidad y que la Generalitat, por muy Generalitat que sea, no es quien para imponer el uso del valenciano en Segorbe, Requena o Elda.
Ni que decir tiene, que esa visión de la política va más del uso del valenciano. Afecta a la economía, donde la derecha allana el camino a la iniciativa privada y la izquierda se le entorpece demorando licencias o negando la colaboración público-privada en la gestión de los hospitales. Afecta a la educación donde la izquierda resta libertad a los padres para elegir el colegio de sus hijos y la derecha apoya la educación concertada sin imponérsela a nadie.
Al final, lo que subyace en todo esto es la visión del individuo. Para la derecha cada uno de nosotros es un ser único, irrepetible y dueño de su destino. Para la izquierda, un ser que sólo tiene sentido en cuanto miembro de la tribu y como tal, igual que las ovejas, necesita un pastor que dirija el rebaño.