Fallas
Junta Central Fallera cede: ya no se distinguirá entre edades para ser Fallera Mayor Infantil
Los padres de la niña de 14 a la que no dejaron participar en la preselección por su edad han conseguido doblegar, no sin esfuerzo, a una caduca y trasnochada JCF, anclada en el siglo XVIII.
Los padres de la niña de 14 años que Junta Central Fallera (JCF) no dejo participar por tener 14 años en la preselección a Fallera Mayor Infantil de Valencia 2023-24 han conseguido doblegar, no sin esfuerzo, a una caduca y trasnochada JCF, anclada en el siglo XVIII. No sin ayuda. Gracias, a que los padres elevaron su queja (nadie en JCF les hacía caso) al Síndic de Greuges y este, emitiera un informe demoledor a favor de la igualdad de oportunidades dirigido al ayuntamiento de valencia.
Como dije en su día, Vaya por delante mi admiración para estos “padres coraje” que antepusieron la dignidad y derechos como persona de su hija, ante las posibles “consecuencias falleras” que esta defensa les pudiera haber ocasionado. ¡¡Valientes¡¡
Su petición era clara: “DEJAR SIN EFECTO el requisito de la norma que excluye como posibles candidatas a las falleras que hayan cumplido 14 años, SU NO APLICACIÓN, SU NULIDAD con el compromiso de modificar la norma para que el próximo año y en los sucesivos, no se genere ninguna exclusión ni se impida participar a las falleras en los actos por motivos de edad”. ¡¡Pues lo han conseguido!!
El pasado 30 de mayo quedaba cerrado el tema de la siguiente manera:
“En relación con las normas de elección de las Falleras Mayores de València de 2025, que han sido objeto de aprobación en la Asamblea de Presidentes celebrada el jueves día 23 de mayo de 2024 en el Palau de la Música, y con un masiva representación respecto de las 384 Comisiones Falleras, se produjo un debate bastante extenso respecto del contenido de las mismas, siendo el sentir general la necesidad de modificar el contenido que de forma habitual se había producido durante bastantes años, y que produjo los reiterados escritos presentados por ustedes, denunciando la situación que impedía el concurso de su hija y que en definitiva no se volvieran a producir hechos de igual naturaleza que pudieran contrariar los principios constitucionales, principalmente el de igualdad, puestos de manifiesto tanto en la resolución del Síndic de Greuges de 19 de enero de 2024, como en el informe del secretario general de la Administración Municipal de 1 de marzo de 2024”.
Cumplido el objetivo de modificación de las citadas normas, corresponde, en estos momentos, lamentar la producción de estas situaciones que se habían venido sucediendo a lo largo del tiempo, para que el propio mundo fallero procediera a su corrección, con la única finalidad de que desapareciera por siempre, cualquier tipo de discriminación y con ello ese limbo de edad que impedía la presentación de su hija
Pero ¿cuál es la intrahistoria de todo esto? La de siempre. El poder perpetuo y sentirse estar por encima de todos y de todo. Esto le ocurre a una JCF que ni tan siquiera (contó) cuenta con los letrados y secretarios del Ayuntamiento de Valencia para cualquier consulta legal (esto no es opinión, es información) por que piensan, que quien va a saber más de fallas que ellos. Pues si no quieres caldo, ¡toma dos tazas! Vital el informe del Sindic de Greuges, y vital el posterior, por parte de la secretaria general de la administración municipal sumándose al contenido del informe del sindic. Como no podía ser de otra manera. Para hacerles ver; primero a los miembros de JCF y a su presidente y después a una junta de presidentes que, alguno de sus miembros sigue en la época del pleistoceno cuaternario, no por edad, si no por mentalidad, que nadie está por encima de la ley.
Como ha cambiado el cuento. El antes de estos informes era: “tú que sabrás de fallas “y el ninguneo absoluto por parte de JCF, su presidente y la junta de presidentes. El después es “lo siento mucho, no volverá a pasar” (póngale cara y voz de Rey Emérito).
El nuevo presidente de JCF, Santiago Ballester tiene un reto por delante importantísimo. La modernización y profesionalización de una JCF sin medios, ni profesionales que den el servicio que todos los falleros nos merecemos. Los que hay son voluntarios que a la mínima que les exijas un poco, no tardan en decírtelo, como si eso les eximiera de prestar un servicio de calidad a las fallas y a sus falleros. (para ellos parece que sí). Que nadie piense que mi critica es personal, en absoluto. Es un critica a un modelo caduco y que dista mucho de ser eficiente, sostenible y del siglo XXI. Añadamos a este caos de modelo unos sistemas de comunicación oficiales con JCF (web e Intranet) obsoletos y nada actuales. Para otro día dejaremos los legales. Caso aparte.
A pesar de estos desafíos, la cultura fallera ha demostrado una notable capacidad de adaptación. Los artistas falleros han comenzado a incorporar materiales más ecológicos en sus creaciones, y algunas comisiones falleras están explorando formas de celebrar la fiesta sin comprometer el medio ambiente.
Asimismo, la tecnología ha encontrado un lugar en Las comisiones. Las redes sociales y las plataformas digitales se han convertido en herramientas vitales para la promoción y organización de los eventos, permitiendo a una audiencia global experimentar y apreciar la festividad. Por eso no es entendible que su máximo órgano regulador (JCF) se quede en la retaguardia de la innovación, modernidad y sostenibilidad.
La lucha entre la tradición y la modernidad en la comunidad fallera no es una batalla de ganadores y perdedores, sino una negociación continua. La esencia de cualquier cultura viva es su capacidad para evolucionar sin perder su identidad.
Las Fallas, como cualquier tradición, deben encontrar un equilibrio que respete sus raíces históricas mientras se adapta a los valores y desafíos del presente. Las voces dentro de la comunidad fallera, desde los más jóvenes hasta los más ancianos, deberían estar participando activamente en este diálogo. La modernidad del siglo XXI no tiene que ser una amenaza para la cultura fallera; puede ser una oportunidad para que esta tradición se renueve y permanezca relevante en el futuro.
En última instancia, la lucha entre la cultura tradicional fallera y la modernidad del siglo XXI es un reflejo de la capacidad humana para honrar el pasado mientras se avanza hacia el futuro. Las Fallas continuarán ardiendo, no solo como un tributo a las llamas del pasado, sino como un faro de resiliencia y adaptación en un mundo en constante cambio.