El circo de las cavernas

Este pasado 28 de noviembre PP y VOX acordaban que los circos pudiesen volver a utilizar animales en sus espectáculos en la Comunitat Valenciana a través una ley que nada tiene que ver con los animales.

El año pasado ya hicieron lo mismo despojando a los perros de caza de protección.

La excusa, adaptar la ley a la normativa estatal, que, dicho sea de paso, es muy mejorable.

Sin embargo, no nos cuentan que no hay ningún problema en que una ley de rango inferior, como la autonómica, sea más proteccionista que la estatal.

Teníamos en la Comunitat una de las mejores leyes de protección animal de todo el Estado. Esta ley requirió muchas horas de trabajo, muchas renuncias y mucho consenso. Todo eso, en dos modificaciones traicioneras, se ha ido al traste.

Resulta inmoral que, en el momento en que nos encontramos, cuando todavía hay personas desaparecidas, más de 220 muertas confirmadas y decenas de miles de personas y empresas han sufrido de forma directa daños económicos extraordinarios por la dana, quienes están al cargo de la Generalitat Valenciana no hayan mostrado suficiente negligencia que ahora destinan su tiempo y esfuerzo a modificar, por la puerta de atrás, con alevosía y premeditación, una ley ya consolidada, cuya única finalidad es proteger a los animales de las terribles situaciones de abuso a las que cada día se ven sometidos. ¿De verdad no tienen nada mejor de que ocuparse en la actualidad?

Según hemos sabido estos días, parece que Mazón realiza propuestas de ética cuestionable en los reservados de “El Ventorro”. Evidentemente, esto da pie a una serie de cuestiones, a la vista de los hechos.

¿Por qué deberíamos pensar que este encuentro que no aparecía en la agenda pública del President es un hecho aislado?

Quién sabe cuántas de estas reuniones “extraoficiales” se habrán mantenido con el propio President, Consellers, Diputados y afines, en este caso, pidiendo cambios legales de desprotección hacia los animales y a cambio de qué.

Porque no nos engañemos, dudo que a nuestros representantes les importe algo qué pasa bajo la capa de un circo. Menos cuando la mayoría de circos han dejado atrás la utilización de animales y no tienen intención de retroceder, porque han atendido al rechazo social mayoritario que supone la explotación de animales en los circos.

Y porque han entendido que se pueden conseguir espectáculos de mayor calidad artística, más inclusivos y más seguros, si dejan a los animales fuera.

Así que, permítanme que me resulte más que sospechoso que PP y VOX modifiquen una ley por ni llegará a diez pequeñas empresas inadaptadas, que se empeñan en seguir explotando animales en sus espectáculos, anteponiendo los intereses de este puñado de negocios al interés general.

Hasta la fecha, ningún partido con representación institucional ha destacado por su verdadera empatía hacia los animales.

No obstante, esta obsesiva y patológica perversión que busca a toda costa perjudicar a los animales, ofreciendo cargos públicos de relevancia a toreros y taurinos, derogando leyes ya consolidadas que reflejan el sentir y avance social de una mayor consideración hacia los animales y apoyando con dinero público, como nunca antes se había hecho, el maltrato animal, parece que es la irresponsable, anacrónica y vergonzosa seña de identidad de la que se quieren apropiar y de la que alardean PP y VOX.

No sé qué tipo de orgullo supone volver a la caverna, cuando hasta muchos de sus votantes repudian estas prácticas.

Del mismo modo, sigo sin entender qué consideran que puede aportar a la sociedad el hecho de enaltecer la violencia y fomentar el sufrimiento de quienes son más vulnerables.

Tampoco sé qué pesará más en estas decisiones políticas disfrazadas de rancio pseudopatriotismo, si la falta de neuronas espejo, la necesidad de mantener una masa social embrutecida o lo que sea que suceda en los reservados de algún restaurante de lujo.

Tal vez algún día sepamos a cambio de qué nuestros gobernantes han retrocedido en el tiempo y, en el peor momento de nuestra historia, han priorizado destinar esfuerzos a modificar una ley, para permitir de nuevo que los animales vuelvan a ser sometidos, vejados y condenados a una vida de miseria, simplemente para que unos pocos hagan caja con sus entradas de circo.