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La comisión para la recuperación de Valencia, a conclusiones

Un denominador común y transversal de las disertaciones sectoriales de los expertos ha sido, naturalmente, la necesidad de una acción coordinada. Preventiva, y en caso de emergencia.

El autor del artículo, José María Lozano, durante su intervención en la comisión.

El autor del artículo, José María Lozano, durante su intervención en la comisión.

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He seguido con igual interés que detenimiento las sesiones públicas -se han visto en directo por internet aunque con reducida audiencia, y están colgadas en la web municipal- que culminaron el pasado lunes de la Comisión no permanente para la Recuperación de las zonas afectadas por la dana de 2024 en la ciudad de Valencia.

Si durante mi propia y modesta intervención en la primera de ellas, ya expresé el honor de acompañar a tan relevantes comparecientes, hoy quiero decir con franqueza -y sin segundas- que me ha asombrado la calidad y el rigor que ha inundado la sencilla sala en la que han cursado. El elenco de colegas de ambas universidades públicas -profesores Francés, Romero, Pastor, Tabares, entre otros- y el conjunto de representantes de la sociedad civil (AAVV, Cruz Roja, San Juan de Dios, etc.) y presidentes de instituciones como el de la Cámara de Comercio, José Vicente Morata, la FEV o Marina Sender del CTAV, al que hay que sumar el testimonio autorizado y apasionado de mi colega Julio Gómez Perretta, intervenciones entusiastas como la de Pablo Bottero, President del Consell de la Joventut, y las tan relevantes como realistas de Bomberos, Policía municipal, EMT, Mercavalencia, y diferentes jefes de servicio, ha arrojado una información valiosa y de primera mano que resulta objeto de una reflexión y un estudio profundo e inmediato.

Me voy a permitir el lujo de esbozar mis propias conclusiones provisionales, casi cautelares.

La primera, que no es baladí pues debe afianzar la razonable confianza en los servidores públicos, es que el Ayuntamiento ha mostrado musculatura y capacidad de actuación temprana con sus medios propios. De forma inmediata, y en muchas ocasiones voluntaria -me consta la participación de los jardineros de la Fundación municipal que cuida de las rosaledas del Turia y del Parque Central en la limpieza de La Torre, Horno de Alcedo y Alfafar- han estado y han hecho con dignidad y eficacia. No les han dolido prendas a los agentes sociales en felicitar la colaboración permanente y el liderazgo de las concejalías de servicios y de la propia Alcaldía.

Un denominador común y transversal de las disertaciones sectoriales de los expertos ha sido, naturalmente, la necesidad de una acción coordinada. Preventiva, y en caso de emergencia. La coordinación en materia territorial no es, ni mucho menos, la excepción. La reivindicación -un servidor viene, modestamente, haciéndolo desde tiempo ha- de una planificación, territorial y medioambiental metropolitana de Valencia y su cintura, es un clamor, e invito a su toma en consideración por el Ayuntamiento de Valencia.

Haciendo de la necesidad virtud, los representantes del comercio, el turismo y la hostelería, como también los dictámenes más estrictamente técnicos y los de orden económico o financiero, han apostado por un estímulo sustancial y a largo plazo de las zonas afectadas que anime al inversor y beneficie al residente. Una recuperación por superación es posible y deseable. Claro está que las cifras comprometidas son milmillonarias. El IVIE ha elevado a 16.000 millones la cifra de reconstrucción. La inversión privada es absolutamente necesaria y la colaboración público privada un medio para multiplicar sus efectos sociales.

En el ámbito de las medidas de choque no han sido tampoco menores las coincidencias. La fórmula de “agilidad y duración” argumentada por Morata es inopinable. La oficina única -las de proximidad ya están funcionando- y la aplicación de la declaración responsable y la colaboración de las empresas reconocidas facilitarán los procedimientos en materia de reconstrucción, rehabilitación e incluso obra nueva.

A modo de síntesis, la transformación de esta comisión temporal en un Observatorio Permanente, sin otras atribuciones que un seguimiento eficaz ni gasto complementario alguno, con la eventual colaboración de aquellos que la han asistido en su trabajo, y -esta vez sí- con la participación de todos los grupos políticos y de todas las administraciones implicadas, bien pudiera ser el esbozo de una conclusión tan ambiciosa como compleja. ¿Utópica? No.

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