Getafe 1 - Real Madrid 0: El Madrid abre la Liga
Al equipo blanco no le sentó bien la semana navideña de vacaciones y regresa con una derrota en el Coliseum gracias a un gol de Ünal al aprovechar un error grosero de Militao.
El Madrid tiene que hacer algo relativamente sencillo: cerrar una Liga que se le ha puesto extraordinariamente de cara gracias a virtudes propias y errores ajenos. Pero ante el Getafe, los de Ancelotti sumaron su segunda derrota en la competición a causa de un error tremebundo de Eder Militao en el arranque del partido, y lanzaron un mensaje al mundo: LaLiga no está acabada y hasta junio queda mucha tela que cortar. Las sensaciones que dejó el equipo blanco fueron bastante malas, pero al madridista le queda la esperanza de que haya sido una mala digestión de los turrones. Eso, y la ausencia de la amenaza ofensiva que es todos los partidos Vinicius, esta vez en casa con COVID.
Con el ya controlado en Valdebebas (crucemos los dedos), Ancelotti dispuso a su once de gala, con el obligado cambio de Lucas Vázquez por el lesionado Carvajal y con Rodrygo y Asensio acompañando a Benzema en la punta, por la ausencia de Vinicius. Una ventaja sustancial en el liderato, partido con solecito a mediodía, ante un equipo que para hacer un gol tarda más que un catalán en acabar la Sagrada Familia… Todo parecía estar de cara para comenzar el 2022 como un madridista se merece: disfrutando.
Pero aquello no iba a ser como se esperaba. Un error garrafal de Militao, que recordó a su primera temporada de blanco antes de que la pandemia le transformase en un superhéroe de Marvel, dejó al Madrid por detrás en el marcador a los nueve minutos. El Getafe, hasta ese momento, sólo había sido capaz de rascar como con Bordalás y, en una presión aparentemente inofensiva de Enes Ünal sobre el brasileño, el ex del Oporto se hizo un lío morrocotudo que el turco no desaprovechó. Porque este chico sí que tiene gol.
El manotazo despertó al Madrid y sobre todo a Modric. El escalonamiento de los de Quique dejaba espacio para maniobrar al croata, y a partir de su juego combinativo los de Ancelotti comenzaron a asediar la portería azulona. Un tremendo paradón de Soria a remate de Modric y un disparo del croata al larguero (todavía tengo el salón lleno de astillas, menudo zambombazo) hacían presagiar que el Madrid empataría pronto…
Pero Quique retocó el entramado defensivo, puso a Aleñá a hacer horas (y patadas) extra y el Madrid quedó reducido a lo que eran capaces de inventar Mendy y Lucas Vázquez, que es como dejar la seguridad nacional en manos de Mortadelo y Filemón. Voluntad toda, el éxito ya es más una casualidad. Rodrygo, cambiado de banda, y Asensio estaban desaparecidos y los tres centrales bloqueaban con relativa tranquilidad las acometidas de Benzema, mientras el Madrid se desesperaba y hasta Ancelotti veía una amarilla en el pésimo, por lo absolutamente rocambolesco, arbitraje de Melero. O la vio por comer chicle abriendo la boca o nadie puede explicarse qué pudo haber hecho Carletto para llevarse la amonestación.
Hazard y Marcelo entraron justo tras el descanso reemplazando a Asensio y Mendy, pero la puesta en escena de los madridistas fue absolutamente fuera de lugar. No sólo no eran incisivos, sino que además perdieron el balón. Tuvieron la fortuna de que Sandro Ramírez es eso, Sandro Ramírez, porque hubo al menos dos ataques del Getafe que iban oliendo a gol que el delantero canario, extremadamente lento, desperdició ante la desesperación de sus compañeros. Así que Ancelotti exprimió aún más el banquillo a ver qué jugo le sacaba y salió Mariano, disfrazado de salvador después de que le hayan puesto en la última balda de la última estantería de Valdebebas durante casi toda la temporada.
La entrada del hispanodominicano sirvió para fijar la defensa azulona, y el centro del campo del Madrid pudo comenzar a carburar de nuevo, aunque el partido se agotaba. Un remate de Benzema tras combinar con Marcelo, que sacó la cabeza de Cuenca, dio el primer aviso, aunque Courtois tuvo que sacar no se sabe muy bien cómo una incursión de Mata, que se plantaba en solitario.
Fue el último estertor de un Getafe que se refugió en su área y puso todos sus dineros a que se le aparecieran todos los santos, como en un nuevo paradón de Soria a remate de Casemiro. Entraron Isco, que tuvo una ocasión de cabeza, y Peter, pero la carga de la caballería ligera no obtuvo los resultados esperados. El Madrid hincó la rodilla por segunda vez en LaLiga y mandó un mensaje inequívoco a todos sus perseguidores: hay Liga. Justo cuando tenía que empezar a cerrarla.