| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La Eurocámara acepta etiquetar como verdes la energía nuclear y el gas

La decisión de incluirlos en la clasificación de inversiones sostenibles ha sido respaldada por los populares y liberales europeos, mientras que la izquierda y los socialistas la rechazan.

| Carlos Alarcón Economía

El Parlamento Europeo acepta etiquetar como verdes determinadas inversiones en energía nuclear y gas. Los partidarios de clasificar ambas actividades como “medioambientalmente sostenibles” durante la transición energética en la taxonomía de la UE, han logrado imponer su visión por 328 votos frente a 278 (además de 33 abstenciones) que han apoyado objetar contra el acto delegado propuesto por la Comisión Europea, lejos de los 353 en que se sitúa la mayoría absoluta necesaria.

Para que la nueva clasificación comience a aplicarse a partir de enero de 2023, necesita aún superar el trámite del Consejo en donde los Estados miembro tienen hasta el próximo día 11 para presentar objeciones. No obstante, el Consejo podría bloquear la propuesta en caso de que una mayoría cualificada, representada por al menos 20 Estados miembros, plantee objeciones.

En este marco, Luxemburgo y Austria han anunciado su intención de llevar ante el Tribunal Europeo de Justicia la propuesta de Bruselas, al considerar de dudosa legalidad que el gas y la nuclear formen parte de la política de finanzas sostenibles de la UE. También la organización ecologista Greenpeace ha avanzado que prevé denunciar el plan de Bruselas ante el Tribunal de Justicia de la UE.

El pasado febrero, el Ejecutivo comunitario presentó el acto delegado de taxonomía, un sistema de clasificación que establece la lista de actividades económicas sostenibles en términos medioambientales en la que plantea incluir el gas y la nuclear por su función como energías de transición hacia las energías limpias.

La propuesta de Bruselas establece ciertas limitaciones temporales y de transparencia para incluir el gas y la nuclear en la clasificación de inversiones verdes. En el caso de la primera, la etiqueta de sostenible se extendería hasta 2030 y las inversiones nucleares estarían sujetas a ciertas normas para su desmantelamiento y el tratamiento de residuos.

La propuesta generó el rechazo de la Plataforma de Finanzas Sostenibles, el grupo de expertos asesores del Ejecutivo Comunitario, y de países como España, así como Austria, Dinamarca y Luxemburgo que señalaron que pone en riesgo la transición energética.

Bruselas asumió la "división" que suscitaba esta reforma ya que, como reconoció en ese momento, ni el gas ni la nuclear son energías neutras a nivel climático ni tampoco renovables. Sin embargo, defendió su papel como actividades de transición para alcanzar una economía descarbonizada en 2050, algo que se refería en el segundo párrafo del texto.

Tal división no ha hecho más que agrandarse desde la invasión militar rusa de Ucrania y la respuesta de la Unión Europea para romper con la dependencia de los combustibles fósiles de Moscú, especialmente en el caso del gas, y acelerar la transición hacia las energías limpias.