| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Sánchez no respeta el Estado de Derecho y es sumiso con quienes lo denigran

El presidente del Gobierno ignora o desprecia a la oposición y cualquier institución que le lleva la contraria, mientras mira para otro lado con los enemigos de la democracia.

| ESdiario Editorial

 

Ocho meses después de su último contacto, Pedro Sánchez y Pablo Casado volvieron a hablar de la crisis en Ucrania, a instancias del presidente del PP. Si en cualquier circunstancia es preocupante la falta de interlocución entre un presidente y el jefe de la oposición, en ésta de crisis económica, intervención de Bruselas y tensión bélica es inadmisible.

Ni siquiera el respaldo inmediato del PP al Gobierno en el plano internacional ha sido suficiente para que Sánchez normalice las relaciones con su alternativa, que son indiciarias de un problema aún mayor. Porque, al igual que margina a la oposición incluso en asuntos de Estado en los que cuenta con su apoyo, ignora a la práctica totalidad de las instituciones si no suscriben, sin rechistar, sus decisiones.

 

La lista de desprecios del presidente tiende ya al infinito y comienza por el propio Parlamento, donde no comparece desde hace 2 meses pese a coincidir su ausencia con asuntos tan importantes como la aprobación definitiva de los Fondos Europeos; la sexta ola de COVID o el conflicto en Ucrania.

Sánchez es agresivo con las instituciones y contrapoderes del Estado y complaciente y casi sumiso con quienes las agreden a diario

La democracia es procedimiento también, y el respeto al mismo es crucial para cuidar el Estado de Derecho. Lejos de eso, Sánchez se ha saltado o ignorado esa máxima, extendiendo el desprecio al Tribunal Constitucional, el Consejo de Transparencia, la Audiencia Nacional, el Poder Judicial o el Tribunal Supremo cuando cualquiera de ellos emiten una resolución contraria a sus intereses.

Sin Pactos de Estado

Sánchez apela constantemente a la unidad, pero busca a continuación la fractura y la división, tanto con sus rivales cuando con las instituciones nacionales. Y desecha con ello Pactos de Estado necesarios, como los que hace unas horas volvió a ofrecerle Casado para gestionar con transparencia los Fondos Europeos o implementar una reforma laboral de consenso.

Para rematar el paisaje de degradación del Estado de Derecho, la dureza o indiferencia del presidente hacia las instituciones y los contrapoderes democráticos contrasta con la tibieza, cuando no genuflexión, hacia quienes de verdad agreden esos pilares casi a diario: con el PP nada, pero con Bildu o ERC, lo que ellos pidan. Muy lamentable.