El PSOE y sus aliados viven su peor momento, en contraste con el avance imparable de la derecha, que PP y VOX no pueden enfriar con un enfrentamiento entre ambos que nadie quiere.
El PP ganó las Elecciones en Castilla y León con un resultado inferior a la expectativas creadas que el Gobierno de Sánchez ya está utilizando para disimular su evidente fracaso y poner en duda el liderazgo de Pablo Casado: frente a las encuestas, Alfonso Fernández Mañueco, quizá haya perdido al quedarse lejos de la mayoría absoluta que rozaba en algunos sondeos al principio de la campaña.
Pero frente a las urnas, el diagnóstico es otro: ha ganado las Elecciones, que perdió en 2019; ha logrado más procuradores que la suma de PSOE y Podemos y gobernará si logra un pacto con VOX que parece tan complejo como recomendable y comportaría el primer Gobierno de coalición entre ambos en España.
Aunque los socialistas y sus terminales ponen el acento en el PP, lo cierto es que los problemas están en su partido: los comicios eran un examen a Pedro Sánchez también. Y lo ha suspendido: ha perdido siete procuradores; no ha ganado las Elecciones como sí hiciera en 2019; ha visto la práctica desaparición de dos socios potenciales como Podemos y Ciudadanos y se ha demostrado que, allá donde no existen “muletas” como ERC, Bildu o el PNV; Sánchez es incapaz de alcanzar mayorías.
El centroderecha tiene que resolver ahora la compleja relación entre el PP y VOX, enfrentados por una parte del mismo electorado pero al final condenados a entenderse. Pero no hay que confundir ese problema entre ambos con el signo del voto de los ciudadanos: ese bloque ideológico ha sumado un 49% de los votos en Castilla y León frente a un 34% de la izquierda, con una diferencia abrumadora al lado del PSOE y Podemos.
Que el reparto de esos votos, y de los subsiguientes procuradores, sea mejor para VOX que para el PP o a la inversa; no varía lo sustantivo del escrutinio y la línea que marca para el conjunto de España: con solo dos partidos en liza, por el hundimiento hasta casi la desaparición de Ciudadanos; el centroderecha gana con mucha holgura a la izquierda, que solo tiene opciones de gobernar si se arrima a partidos nacionalistas.
La crisis de la izquierda, y sobre todo de la figura de Sánchez, se quiere ya tapar con dos derivadas de las Elecciones de Castilla y León. Por un lado, se pretenderá activar la enésima “alerta antifascista” para estigmatizar cualquier acuerdo con VOX y poner un “cordón sanitario” a esa alianza. Y por otro, se estimulará el debate sobre el liderazgo interno en el PP, ahondando en las diferencias entre Casado y Ayuso.
Resulta sorprendente que los mismos que defienden la legitimidad de pactar con un partido heredero de Batasuna y otro directamente insurgente; pretendan aislar a VOX, una formación constitucional que respeta las reglas del juego y todo lo más aspira a modificar algunas de ellas por métodos democráticos.
El PP y VOX no deben aceptar ese mensaje, pero deben ser conscientes de que marcará ya el discurso político del PSOE de aquí a las Generales y que eso afectará a otras citas electorales como la de Andalucía: en adelante, el “miedo a la ultraderecha” será la bochornosa pero eficaz bandera movilizadora de Sánchez.
Con respecto al debate interno en el PP, una cosa es que lo estimulen los rivales del partido y otra que lo hagan sus propios dirigentes: Casado ha ganado en Castilla y León, con un resultado suficiente para gobernar, y la comparación con Ayuso dejará de ser tan relevante si consigue cerrar acuerdos con VOX y cierra una absurda herida con la dirigente de Madrid avalando que presida al PP madrileño, como se merece sin la menor duda.
No se entendería que, cuando más sencillo aritméticamente es ofrecer una alternativa a Sánchez en alianza con VOX; prime el discurso de confrontación interna o la caricatura de esa alianza como un contubernio de ultraderecha: en ese sentido, VOX también tiene un trabajo por delante.
Por último, el otro gran derrotado es Podemos: es irrelevante en Castilla y León; no se ha beneficiado del supuesto tirón de Yolanda Díaz; es superado por partidos localistas como Soria YA y puede vivir una crisis absoluta si, ante estos resultados, Díaz acelera la creación de una marca electoral alternativa.
Todo sonríe a la derecha, sin duda, pero una vez más eso puede quedar en segundo plano si PP y VOX no son capaces de encontrar el término medio entre su evidente complementariedad, su no menos clara competición y el objetivo que comparten y ha de estar por encima de todo: ofrecer una alternativa al sanchismo para sustituirlo en cuanto haya Elecciones Generales.