| 08 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Rivera y Rajoy.
Rivera y Rajoy.

Rivera se harta de verse en todas las conspiraciones y da un golpe

Para el líder de C´s, las conjeturas de unos y otros son más fruto de sus nervios que de lo que realmente él y su partido quieren: o gobierna Ciudadanos o no venderá barato su respaldo.

| Antonio R. Naranjo España

Desde antes de las elecciones municipales, dos almas conviven en el PP: una considera a Ciudadanos su gran rival a batir, el Carpanta que se come los votos propios de seguidores populares enfadados que quieren castigar a los suyos yéndose con Albert Rivera pero sin poner en peligro el Gobierno… aunque finalmente lo hacen con infinita ingenuidad.

Y otra, más proclive a pensar que los tiempos han cambiado, que la época de las mayorías absolutas ha pasado y que, bien mirado, tenerse que entender con un partido como C´s es una oportunidad para España y para el PP: hasta ahora, los equilibrios dependían de pequeñas formaciones nacionalistas con bulimia económica y deslealtad política, bastante peores que un partido con visión de Estado, nada dispuesto a viajes alocados como el PNV o CiU y que siempre ha terminado respaldando al más votado a cambio de un pacto que ignora los sillones pero es exigente con los acuerdos.

Para estos últimos, si el PP llega al 30%, Ciudadanos representa un antídoto doble contra la voracidad del nacionalismo y la frivolidad del populismo y es, por ello, una buena noticia. Alguno de estos dirigentes, incluso, se permite decir a toro pasado que, si de él hubiera dependido, en su día hubiera fichado a Albert Rivera "como secretario general".

Pero, no obstante, no es ésta la visión que se impone en el PP. La visión mayoritaria, algo chusca y sobreactuada, es la de ver a Ciudadanos como el único obstáculo para renovar fácilmente en La Moncloa, y ponen como prueba de ello lo que a su juicio pasa en Madrid y en Andalucía: con Susana Díaz se traga lo que haga falta, dicen; y con Cristina Cifuentes no se pasa ni una hasta el punto, repiten, de que el 90% de sus votaciones en el Parlamento regional han sido con PSOE y Podemos.

Obvian que la investidura de Cifuentes y el acuerdo presupuestario pesan bastante más a efectos de medir una actitud que los fuegos artificiales posteriores, aunque sí es cierto que en Madrid el entorno es asfixiante contra todo lo que suene a respaldo al PP mientras que en Andalucía lo es contra todo lo que no huela a apoyo al PSOE: es más sencillo, en fin, vender un acuerdo con Susana que con Cristina, como es más fácil ver en Madrid una marea verde o una blanca que en Sevilla, por mucho que allí los recortes hayan sido significativamente mayores.

Llegados a este punto, a escasos días de las generales, la visión que se ha impuesto es la última, con cierto dramatismo forzado y una idea tan simplona como improbada e improbable que busca asustar al votante popular dubitativo con RiveraCiudadanos pactará con el PSOE, aunque no gane, para llegar a La Moncloa a cualquier precio.

Algún periódico de tirada nacional, célebre por convertir habitualmente sus portadas en un póster de Rajoy, incluso ha llegado a afirmarlo rotundamente para rectificarlo cinco minutos después. Pero, aunque no haya pruebas al respecto, ¿hay algo cierto en ello? ¿De verdad Rivera se plantearía ser presidente sin ganar las elecciones si la suma con el PSOE supera al PP?

La verdad es que algo así es prácticamente imposible, aunque hay un parte de verdad en ello, no achacable a Ciudadanos, sino al PSOE: Pedro Sánchez está tan desesperado, y tiene tan asumido que de no gobernar será  ajusticiado al amanecer con la mayor urgencia y el mayor espectáculo que sus enemigos internos puedan generar, que no sería descabellado verle ofrecer un respaldo a esa opción de Gobierno si con ello el mismo toca Gobierno -¿una vicepresidencia?- y salva su cabeza.

Es una quimera, pero dentro del PSOE hay quien la da por factible y no descarta nada: Sánchez está en modo superviviente, sabe lo que le viene encima y un náufrago se agarra a cualquier bote con tal de no ahogarse.

Rivera está más que harto de las elucubraciones de PP y PSOE en torno a él

Pero difícilmente encontrará a Rivera en ese viaje. Para el líder de C´s, las conjeturas de unos y otros son más fruto de sus nervios que de lo que realmente él y su partido quieren, mucho más sencillo y previsible: o gobierna Ciudadanos, o el que quiera su respaldo para cualquier cosa, tendrá que firmarle un cheque en blanco para que él lo rellene de exigencias relativas a la regeneración, la economía, la justicia, la educación o la democracia.

En el cuartel general de C´s alucinan con el PSOE y con el PP, casi por partes iguales, y creen que nadie como Rajoy está intentando ayudar tanto a Sánchez para evitar su batacazo: el debate a dos es, en términos electorales, un boca a boca del líder del PP al del PSOE, confiriéndole un estatus de alternativa que nadie ya se cree.

El "salvar al soldado Sánchez" de Rivera es la prueba de hasta qué punto está alejado de un pacto de perdedores con el PSOE. Pero el "no voy a apoyar a Rajoy" es otro indicio de cómo intenta apurar hasta el último segundo para aspirar a ganar el 20D.

Si no lo hace, y éste pronóstico es una mezcla de información y de análisis, Ciudadanos hará lo que ha hecho allá donde ha podido: no conculcar el designio de las urnas y poner muy caro un respaldo por acción u omisión. Aunque, a decir verdad, la cadena de improperios gratuitos que Rivera y su grupo de confianza aguanta a diario, legitima un poco a quienes piensan que, a fuerza de insistir, el PP puede reproducir  el célebre efecto Pigmalión, más conocido por la profecía autocumplida.

El mosqueo, y éste es otro presagio, no llevará la sangre al río y los sinuosos meandros electorales desembocarán en un delta más apacible y razonable cuando pase la cita con las urnas. Más de uno, y de dos, tendrá entonces que recoger su larga lengua tras varias semanas de frívolos paseos.