| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Arrimadas el miércoles en el Congreso.
Arrimadas el miércoles en el Congreso.

Inés Arrimadas se debate entre dimitir o atrincherarse en un partido en ruinas

La presidenta de Cs, derrotada y humillada, se sabe sentada sobre un barril de pólvora. Casi nadie sabe lo que está pensando, pero los próximos días serán cruciales para la formación.

| Antonio Martín Beaumont España

 

 

Las escapatorias se estrechan para Inés Arrimadas. Creyó encontrar una tabla de salvación uniéndose a Pedro Sánchez para desalojar al PP en Murcia y las réplicas del terremoto la han dejado a la intemperie ante quienes en su partido quieren destronarla para frenar la imparable autodestrucción de Ciudadanos.

El giro de 180 grados en los acontecimientos, con el golpe de mano murciano que garantiza la continuidad de Fernando López Miras, complica la supervivencia de la líder naranja, forzada a ofrecer explicaciones este lunes a su Ejecutiva.

 

El vaticinio me lo susurra un dirigente naranja, hasta hace escasos meses defensor con uñas y dientes de una lideresa hoy superada: ella misma habría dicho en privado sentirse sentada “sobre un barril de pólvora” a punto de estallar.

Son legión quienes se rinden a la evidencia recordando su desplome en todos los sondeos, tanto a nivel nacional como en las comunidades autónomas. “Las cosas difícilmente pueden hacerse peor”, reconocen unos. “La voladura de gobiernos por interés partidista nos va a pasar una factura impagable”, alertan otros.

Desde luego, la depresión entre los miembros de la propia Ejecutiva de Cs lo dice todo. La falta de control de Arrimadas sobre su formación es ya imposible de enmascarar ante el fracaso de la moción de censura contra López Miras. “Inés -recalcan sus críticos- ha decidido pegarse un tiro en el pie, cuando no directamente en la sien”.

¿Intentará blindarse, tendrá la tentación de dimitir?

Y entonces ¿qué? Arrimadas puede verse en la tesitura de convocar antes del verano un Congreso exprés para intentar blindarse en el cargo. Eso se verá, según la evolución de los acontecimientos en Madrid. Incluso a estas horas hay quienes no descartan que la dirigente de Ciudadanos pueda presentar su dimisión en los próximos días.

Arrimadas se ha limitado a llevar a los suyos al borde del precipicio

“Su proyecto pinta bastos y bastos habrá en la convocatoria electoral de Madrid. Los peores”. Desde luego, tras el 4 de mayo es casi seguro que se acabarán las prórrogas para una mandataria que lleva demasiado tiempo reptando en una angustiosa lucha por la simple supervivencia. Arrimadas se ha limitado a llevar alegremente a los suyos hasta el borde del precipicio.

“Si no convoco elecciones", previno Isabel Díaz Ayuso, "Cs habría presentado una moción de censura con el PSOE”. La bala fue disparada por la presidenta de la Comunidad de Madrid e hizo blanco en el corazón naranja. Con precisión. “¿Con qué relato nos presentamos a las urnas?” La pregunta recorre una y otra vez el imponente cuartel general en la calle Alcalá de la capital de España. Son tiempos para pocas bromas.

Porque el clima interno está tan contaminado -“asfixiante”, en palabras de un miembro de la cúpula- y la convivencia tan deteriorada que ya no se trata sólo del futuro de Arrimadas, sino del propio partido, una marca menguante y desgarrada por la forma de actuar de su jefa de filas, traicionando a su socio popular y maniobrando de espaldas de la mayoría de los suyos. Demasiada carga para sus hombros.

En cualquier caso, casi nadie sabe lo que cocina la presidenta de Cs. Es el estado actual de una formación reducida a escombros. “Inés ha convertido la organización en una suerte de Vietnam diario”, afean sus críticos, cada vez más numerosos.

El partido naranja se ha convertido en una formación en desbandada. La sospecha de deserción es total. La desconfianza con su dirección también. Arrimadas ha perdido por goleada la batalla de la credibilidad y así es imposible seguir adelante.