| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La carambola de Sánchez deja al PP colgado en su exclusivo “Tiovivo”

Los populares han puesto rumbo a las urnas y sin embargo su derrota parece inapelable. Los efectos se ven con intensidad en el zarandeado centro derecha.

| Ricardo Rodríguez Opinión

Si el objetivo era provocar una guerra de nervios, desbarajustes y especulaciones en el PP, sin duda lo ha logrado. Mariano Rajoy ha ido subiendo varias velocidades el ruido interno. La mera confesión a David Cameron sobre su decidida apuesta por las urnas ha sido analizada de forma pormenorizada sin garantías plenas de acierto. Incluso hay quienes han apuntado un detalle sobre la escenografía: “¿Era o no consciente el presidente del Gobierno en funciones de aquel tiro de cámara?” “Ni idea”, se confesaba en petit comité Soraya Sáenz de Santamaría.

Teorías de todos los colores y sabores circulan desde el 20-D, y más aún desde la renuncia de Rajoy a someterse a una investidura, por todas las reuniones del Partido Popular, donde reina un auténtico desconcierto. Los efectos de la onda expansiva de la corrupción se dejan ver con intensidad zarandeando a los más altos dirigentes de la formación. Nadie acierta a calcular con precisión los daños que provocarán los escándalos, pero todos están convencidos de que no serán menores. Y aprietan los dientes para contener su desazón.

En esta encrucijada, el parapeto de Rajoy se llama hoy la fórmula del Tiovivo. Un veterano de la talla de Jesús Posada ha regalado esa tesis a los populares emboscados en los pasillos de las Cortes, lugar de todas las conspiraciones. Son muchos los trienios que acumula a sus espaldas el ex presidente del Congreso sin marearse ni despeinarse ni un pelo. De eso se trata, por ahora. De dar vueltas y vueltas en el carrusel del PP, ya sea subido a lomos de uno de sus caballitos o instalado a sus anchas en una de las carrozas de cartón piedra, pero permanecer en ese universo tan especial, en medio de los sonidos y el vaivén de la gran estructura.

Y ello aun cuando el centro-derecha viaje hacia un destino sin explicitar. Los exégetas del marianismo son quienes lo tienen meridianamente claro. “La investidura de Pedro Sánchez no será un Pleno, se convertirá en una exhumación”. Así predice un pretoriano de Mariano Rajoy la sesión de los días 2,3 y 5 de marzo, convencido de estar en disposición de asestar un golpe letal al candidato del PSOE. Decir “NO” a Sánchez podrá suponer desafiar presiones recibidas, sobre todo, del Ibex 35, que ha desplegado en torno al PP toda una suerte de contactos a todos los niveles, pero reducirá al socialista a la condición de cadáver, según apuntan esas fuentes.

Fiarlo todo a la votación puede ser para Rajoy su apuesta más arriesgada. La jugada puede volvérsele como un boomerang y surtir el efecto de hacer añicos la unidad de sus huestes. Las cuentas de Pedro Sánchez señalan la posibilidad de obtener 143 votos a favor, contando a Ciudadanos, PNV, Compromís, IU y CC. En el bando del no, según sus cálculos, estarían los 142 votos de PP, UPN, FAC, ERC, DiL y Bildu. De producirse este endiablado escenario, la gobernabilidad del PSOE dependería de la abstención de Podemos. Estas son lentejas. La reunión a cuatro bandas (PSOE-Podemos-IU-Compromís) aceptada por Sánchez desbloquea la negociación con Pablo Iglesias, pero sin romper su hoja de ruta.

De lograr la cuadratura del círculo, nadie podrá echarle en cara a Pedro Sánchez que no ha asumido riesgos. Veremos, entonces, cuál es el relato de Mariano Rajoy que contempla el espectáculo de las negociaciones como un “lío”, en expresión suya. Sea como fuere, el Partido Popular tiene por delante un embarazoso calvario, sepultado como está por la mancha de la sospecha, obligado a reinventarse y a adaptarse a los nuevos tiempos. Todo se andará.