El sanchismo después de Sánchez
El llamado viejo socialismo tiene que admitir que, si quiere mantenerse en sus cargos, debe seguir practicando el sanchismo que ha suplantado a la socialdemocracia tradicional
Socialistas sin límites al margen, en la familia del PSOE se ha abierto una nueva etapa de incertidumbre e incluso de incredulidad entre sus fieles. La última gesta de Pedro Sánchez, que viró del shock al show durante cinco largos días, para desencadenar en lo que, tal vez, sea su epílogo en el 'Manual de Resitencia' ha dejado en evidencia tanto a quienes creen a pies juntillas que Sánchez sufrió un "colapso emocional" del que se sobrevino felizmente, como a los que piensan que su jefe es un estratega tan bueno que llegó a engañarles a ellos mismos, que dependen de Sánchez y que, sin Sánchez, lo que hoy son las siglas del PSOE, van a la deriva hasta su hundimiento.
El viejo PSOE
A lo largo de los últimos días ha quedado claro que este PSOE del que reniega abiertamente lo que hoy ha dado en llamarse "el viejo PSOE", necesita a Sánchez para subsistir. Precisamente por eso, quienes desde la familia socialista, de la que siguen siendo militantes Felipe González o Alfonso Guerra entre muchos otros, aunque declaren abiertamente que ya no son simpatizantes ni de Sánchez ni de sus políticas, han visto el abismo bajo sus pies.
Y tienen que admitir que, si quieren mantenerse en sus cargos, deben seguir apoyando y practicando el sanchismo, que ha suplantado a la socialdemocracia tradicional que, desde el liderazgo de Felipe González había presidido las pautas de conducta dentro del PSOE.
Que nadie busque entre los críticos aún afiliados al PSOE germen o simiente alguna de rebelión interna. No la habrá, porque los pocos críticos que aún ocupan las instituciones, cuya imagen más clara es la del presidente castellano manchego, Emiliano García Page, bastante tienen con los equilibrios que se ven permanentemente obligados a hacer para tratar de seguir adelante con sus políticas, haciendo oídos sordos a los postulados del sanchismo.
Dijo el presidente Sánchez que hay Gobierno para rato y que a él le sobran energías (recobradas casi milagrosamente en cinco días) para seguir alguna legislatura más, salvo que los votos o la aritmética parlamentaria lo impidan. Pero, aun siendo así, en el supuesto de que Sánchez no lograse sumar en unas hipotéticas nuevas elecciones generales (que no están a la vista, según el entorno de Pedro Sánchez) ¿Alguien piensa que, desaparecido Sánchez, la presidenta de Navarra, María Chivite, va a cambiar su hoja de ruta y dejar de gobernar, con permiso de Bildu? Y como ella, el resto de presidentes autonómicos, alcaldes o presidentes de diputaciones que han abrazado la política de pactos de Sánchez, que Alfredo Pérez Rubalcaba tachó de Frankenstein? Esta es la reflexión que el viejo socialismo se hace sobre la hoja de ruta del socialismo actual.
Uno de los viejos socialistas, que no se considera engañado por Sánchez, puesto que jamás pensó que la reflexión de Sánchez fuese más que un "golpe de efecto" o, dicho de otro modo un teatrillo, asegura a ESDiario que "el PSOE tiende a la desaparición, cuando Sánchez pierda el poder". Lo dice con pesar y advierte que tiene más fe en que aparezca algún partido de nuevo cuño, "que abrace los postulados de la socialdemocracia clásica y que defienda con valentía el territorio entregado a los enemigos de España" que el PSOE se regenere en ausencia de Sánchez, puesto que entiende que ese PSOE al que tanto dio y que tanto le dio se ha podemizado y pervertido buena parte de sus principios.
No todo está perdido
Otros de la vieja escuela, siendo menos pesimistas, aseguran que no todo está perdido. Creen que el PSOE sí es capaz de regenerarse sin Sánchez, pero que quien debe empezar por hacer los deberes y "hacerlos bien" es el PP. Un antiguo dirigente socialista se lamenta "¡son incapces de acorralar a Sánchez!".
Describe al PP como una oposición que trabaja poco, que da bandazos en cuestiones tan esenciales como su relación con el independentismo y que, en lugar de tratar de "blanquear" a VOX, como hace el PSOE con Bildu, ERC o Junts, lo trate como un apestado con el que no ha tenido más remedio que pactar en buena parte de las autonomías donde gobierna. Este análisis circula entre quienes, siendo hipercríticos con Sánchez, ya no están dispuestos a encabezar revuelta alguna ni contra sus políticas.
Apocalípticos
Los apocalípticos dentro del socialismo tradicional ni están ni se los espera para hacer algo más que levantar la voz en alguna tribuna pública que les vaya quedando. Pero de entre los integrados no todos son entusiastas del sanchismo, ni del momento que vive su partido, ni de la política en general. Pero ahí siguen. Y ahí seguirán mientras el PSOE mantenga un ápice de poder. Son bastantes con los que ha contactado este diario y admiten que creyeron en una terrible situación personal y humana de Pedro Sánchez. Hoy, muchos de ellos creen que "Sánchez, sencillamente, no es humano... es otra cosa". Pero sea lo que sea han unido sus respectivas carreras políticas al destino del presidente del Gobierno... y a su voluntad.