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El Gobierno deja libre al etarra Kantauri, acusado del asesinato de Miguel Ángel Blanco

Lo hace con una orden administrativa y por la puerta de atrás, pese a estar procesado por ordenar el secuestro y asesinato del concejal del Partido Popular y tener aún varias causas pendientes

El sanguinario terrorista etarra Kantauri

El sanguinario terrorista etarra KantauriEuropa Press

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Sandra Sánchez

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El Gobierno de Pedro Sánchez ha permitido que José Javier Arizkuren Ruiz, alias Kantauri, uno de los terroristas más sanguinarios de ETA, vuelva a pisar la calle. Lo hace con una orden administrativa y por la puerta de atrás, pese a estar procesado por ordenar el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Kantauri, exjefe del aparato militar de la banda, fue uno de los máximos responsables de la estrategia de terror que sumió a España en la pesadilla durante los años más duros de ETA. Bajo su mando se planificaron asesinatos, atentados y extorsiones, con una frialdad que hiela la sangre. Hoy, el asesino está libre.

El que fue uno de los etarras más buscados por la Guardia Civil por toda Europa —detenido en París en 1999 tras años de actividad criminal— fue entregado a España para cumplir condena. Pero ahora, por decisión del Gobierno, abandona la prisión mientras aún está pendiente de juicio por crímenes gravísimos.

Entre ellos, destaca el secuestro de Miguel Ángel Blanco, el joven concejal del PP en Ermua, asesinado con dos disparos en la cabeza tras 48 horas de angustia nacional. La Audiencia Nacional reactivó recientemente el procedimiento contra Kantauri por ser quien dio la orden de asesinarle. ¿Y ahora? En la calle.

"Humillación nacional"

El Partido Popular ha reaccionado con indignación. Fuentes del PP consideran esta liberación “un insulto a las víctimas y una humillación nacional”. Para el principal partido de la oposición, la política penitenciaria del Gobierno no es una cuestión de reinserción, sino de cesión constante ante el entorno de Bildu, socio parlamentario clave para Sánchez.

El Ejecutivo guarda silencio. Ningún ministro ha dado la cara para explicar cómo un terrorista implicado en el asesinato más simbólico de ETA puede volver a circular libremente. Nadie ha pedido perdón, nadie ha explicado nada. Solo Kantauri, sin arrepentirse jamás, vuelve a la calle mientras la memoria de Blanco queda pisoteada.

Con esta decisión, el Gobierno no sólo deja libre a un etarra, sino que lanza un mensaje devastador: que la dignidad de las víctimas es negociable y que el Estado de derecho puede agachar la cabeza ante los verdugos. Y eso, sencillamente, no se puede tolerar.

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