| 19 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Las hambres de la obesidad

| Dra. Susana Monereo Opinión

Tener hambre a todas horas, hambre que te hace comer sin hambre, sentir hambre y comer por ansiedad, por angustia por estrés o por aburrimiento, pero también sentir hambre y comer cuando estamos contentos por disfrute, etc., cualquier situación buena o mala te produce esa sensación que nos hace comer. Pero no es casual ni es algo excepcional, es nuestro cerebro que responde a diferentes señales de la misma forma, con HAMBRE.

Tenemos un cerebro hecho para buscar comida, y comer hasta saciarnos y eso ha sido la base de la supervivencia como especie durante miles de años. El problema es que ahora hay comida, y no hay que andar buscándola, sino que está disponible fácil de conseguir y es relativamente asequible. Está tan presente, que realmente tenemos que aprender a defendernos de ella. Es decir que hoy, aquello que nos hizo sobrevivir durante miles de años, ahora nos mata, de ahí que la sensación de hambre sobre todo cuando es muy fuerte impositiva y nos domina ahora la vivamos como algo negativo poco deseable y que si la dejamos sin control nos puede llegar a enfermar.

Los circuitos cerebrales donde se produce el hambre obedecen a señales muy diversas. Hay unos que están diseñados para comer cuando queremos alimentarnos, son los que nos hacen comer alimentos básicos y sobrevivir hecho que conocemos como el hambre homeostática, otros diferentes que nos hacen comer cuando buscamos un premio o consuelo, hambre de recompensa, otros nos hacen comer ante un cambio emocional, tanto en situaciones positivas como negativas, hambre emocional, y otros para comer por puro placer, el hambre hedónica. Pero también hay hambre gástrica o saciedad reducida, y es la sensación de que el estómago te pide comida, suele desaparecer tras una gran ingesta y a veces puede reaparecer después de comer, en aquellas que tiene un vaciamiento gástrico muy rápido. 

Por tanto, el hambre es una señal muy potente, es la señal más potente para la supervivencia, es una señal cerebral por encima del propio raciocinio y desde luego muy por encima de la saciedad. Es tan potente, que ha hecho avanzar al mundo y ha ayudado a cambiar la historia. Contra el hambre o las hambres es muy difícil luchar, en un medio donde hay comida en abundancia y tenemos la vida centrada en comer. Incluso siendo conscientes de ello, no somos capaces de tenerla controlada, sobre todo cuando no comemos por hambre para alimentarnos (homeostática), sino comemos con las otras hambres.

Hay personas que hablan de esas hambres como de un alien, que los lleva a comer cosas que saben que les dan placer rápido, generalmente alimentos dulces o ricos en carbohidratos, pero luego les produce mucha culpabilidad porque los ha llevado a darse un atracón. A veces se refieren a esas hambres como la ´fiera o satán´. Es exigente, aparece generalmente por la tarde cuando vuelves a casa o después de cenar y en ese momento de relajación te pide una recompensa a través de esos circuitos que necesitan dopamina, es el principio del atracón que termina cuando hemos alcanzado la sensación de placer seguido de culpabilidad.

Pero además de la alteración de la conducta alimentaria que conocemos como TCA, el hambre te lleva por lo general a comer en exceso, y como consecuencia aparece la enfermedad de la obesidad, cuyo síntoma principal es el hambre o las hambres contra las que las personas con obesidad luchan desesperadamente.

No es falta de voluntad, es enfermedad cerebral con desequilibrio de los circuitos de control hambre/saciedad. Por eso, al igual que tratamos la disnea o falta de respiración en el asma o los dolores articulares en la artritis, tenemos que tratar el hambre en la obesidad. Hay que abordarla fisiológica y psicológicamente con la ayuda de fármacos y cambiando la conducta. Solo de esta manera se mejora y como consecuencia vemos la salida al problema y ello será lo que nos ayude a cambiar los malos hábitos relacionados con la alimentación y el estilo de vida.