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Operación Felipe: el terrible otoño que le espera al Rey presionado por Moncloa

El error de bulto de desalojar a Juan Carlos I de La Zarzuela presagia un septiembre caliente para la Corona. La campaña está en marcha y no cesará tras el verano.

El Rey y Pedro Sánchez, en La Rioja la pasada semana

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Si Felipe VI y su fiel escudero Jaime Alfonsín pensaban que entregando al Gobierno la cabeza de Juan Carlos I iban a calmar a la fiera, pocas horas después han podido comprobar que estaban equivocados. Ya lo avanzamos algunos.

Meses llevamos advirtiendo de que en la agenda de Pablo Iglesias por convicción y obsesión, y en la de Pedro Sánchez por omisión y ataduras varias, está la voladura de la monarquía constitucional, pilar del Estado de Derecho que los españoles nos dimos en referéndum en 1978.

Pese a la buena disposición del Jefe del Estado, rayana casi en la temeridad, el vergonzante “traslado” de su padre, lejos de apaciguar a la “bestia”, la ha motivado y encrespado aún más. Quizá en la Casa Real no han previsto que para Pablo Iglesias, Ada Colau, Quim Torra o Gabriel Rufián, el zarandeo a la Corona, que van a intensificar en las próximas semanas, es una inmejorable cortina de humo para cubrir sus respectivos demonios.

Los líos judiciales del vicepresidente, la absoluta negligencia contra la pandemia del presidente catalán y la alcaldesa de Barcelona, y la recién estrenada irrelevancia del portavoz de Esquerra. Esta “joint venture" de dinamiteros ha pensado en Don Felipe como el mejor pim-pam-pum para desviar la atención y atraer a sus bases alejándolas de las vergüenzas propias.

Los socios catalanes de Iglesias, y por tanto de Sánchez, son los más interesados en la encerrona al Rey. En otoño tienen una cita con las urnas donde los Comunes tienen mucho que perder. Tiempo ha faltado a Colau y a su lugarteniente en Madrid, Jaume Asens, para exigir que Felipe VI comparezca en el Congreso de los Diputados el próximo mes.

Torra va más allá y este viernes exigirá en el Parlament catalán, directamente, que abdique. Mientras, Pablo Echenique trabaja en una arremetida parlamentaria en toda regla para cuando los Reyes regresen de su estancia en Marivent. Podemos quiere “desnudar” a la Familia Real en la Carrera de San Jerónimo sometiendo a la primera autoridad del Estado a un linchamiento público.

De forma paralela, seguramente también más sibilina, Sánchez sigue con ese doble juego que ha mantenido en las últimas semanas. Unos días presionaba al Jefe del Estado para que se deshiciera de su padre -sin que pese sobre él causa judicial alguna, como ha tenido que recordar el Tribunal Supremo- y otros se hacía el ofendido cuando sus socios morados empujaban al monarca a los aledaños de la “guillotina”.

No debería el Rey equivocarse con el inquilino de La Moncloa. Tampoco dejarse enredar en las operaciones de imagen que organiza el Gobierno -como el homenaje a las víctimas del Covid-19 o la Conferencia de Presidentes en La Rioja- para exhibir al Jefe del Estado como mero figurante del “atrezzo” presidencial.

La jugarreta

En ese sentido, es insuperable la última jugada de Sánchez que se ha filtrado. El presidente, utilizando al siempre servicial José Félix Tezanos, ha emboscado una pregunta sobre la reforma constitucional en el barómetro del CIS de septiembre. E incluye, en papel oficial, la ruleta rusa de si se prefiere la Monarquía o la República. Ciertamente, en el peor momento y en el peor lugar.

La vuelta del verano se dibuja inquietante para Felipe VI. Con Podemos agitando las calles exigiendo su renuncia. Con el independentismo en precampaña electoral sacudiendo los más bajos instintos contra España y sus símbolos. Con Corinna citada en la Audiencia Nacional.

Y con el mayor peligro para el Rey, Pedro Sánchez y su equipo monclovita, buscando señuelos ante el crudo otoño-invierno económico que se nos avecina.

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