DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER DE MAMA
Ni guerrera ni valiente
Este artículo no es mío sino de alguien muy cercano. A ella le detectaron el bicho hace un año en la mama izquierda. Desde entonces ha pasado por seis meses de quimio que le dejaban baldada y de la que sigue teniendo secuelas, por una peluca que terminó en un cajón en cuanto se dio cuenta de que solo era el simulacro de un aspecto que no era el suyo, y por el trago de despertarse cada mañana y encontrarse con la pesadilla mirándole fijamente a los ojos.
Ha sido ella, mi amiga, la que con motivo de la ¿celebración? del Día Mundial contra el Cáncer de Mama me ha pedido que escriba que ella no es ni una guerrera, ni una luchadora; que está harta de escuchar el valor con el que se enfrenta a la enfermedad como si tuviera otra alternativa; que le ponen mala los anuncios con frases motivadoras y las famosas con el pañuelo rosa diciendo cosas como "No estás sola" o "No podemos hacer que los miedos desaparezcan, pero sí que el camino sea más fácil".
"Nadie sabe lo que es esto hasta que te pasa", me dice. No tenemos la obligación de ser valientes, ni por qué ser un ejemplo ante una realidad que es durísima. Tenemos derecho a llorar, a maldecir, a tener miedo, a desear lo mejor pero pensar en lo peor. Necesitamos cariño y apoyo, pero no más que cualquier otra persona a la que le diagnostican una enfermedad grave.
Las mujeres con cáncer de mama no somos especiales y si peleamos es porque, muy a nuestro pesar, no nos queda más remedio. Así que, por favor, me pide, "dilo por mí, porque estoy hasta la coronilla, esa que ahora se me ve estupendamente porque me he quedado sin pelo, de tener que parecer una Super Woman porque he tenido la puñetera mala suerte de llevar un boleto ganador en esta mierda de lotería que a veces es la vida”
Y yo, como la quiero un montón y aunque me duela, lo escribo tal cual.