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EnfoquES del director

Begoña Gómez, el cuento de la lechera que se rompió en pedazos

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Begoña Gómez es el ejemplo perfecto del cuento de la lechera que se rompió en pedazos. Trabajaba en una empresa de marketing, un trabajo más o menos aburrido, como tantos otros, en una vida común y corriente, como tantas otras. Quizás lo único que le sacaba de la normalidad era eso de hacer caja en las saunas de su familia, que ahora que lo pienso no está nada mal como comienzo de una novela. 

Pero un buen día, su marido, brillante y sin escrúpulos, llegó a secretario general del PSOE y no mucho después a presidente del Gobierno de la forma más inesperada y sorpresiva. Y ahí todo cambió. La chica normalita sin carrera universitaria vio su oportunidad, mandó a paseo a su empresa de marketing, pasó por la clínica de estética, con aumento de autoestima incluido, y decidió emprender un nuevo camino a la sombra, alargada sombra, de su marido. 

Así que, como primera dama monclovita, se preguntó ¿por qué no voy a dirigir un Africa Center en el prestigioso IE?. Ni que para trabajar ahí se necesitara un título universitario o cierta experiencia y conocimiento en el continente africano, se dijo. Poco después, viendo su éxito, se preguntó: ¿por qué no voy a dirigir una cátedra extraordinaria en la Complutense? Así que mandó ir a La Moncloa al rector magnífico al que el asunto le pareció una magnífica idea. No pudo o no supo decir que no. Y Begoña llegó a catedrática. Era tan buena en lo suyo que se le ponían al teléfono todos los CEO de las grandes empresas a las que llamaba, le financiaban su cátedra y su máster e incluso le diseñaron y desarrollaron un software valorado en 150.000 euros que donaron a la Complutense. O eso creían ellos. 

Todo marchaba de perlas. Begoña creó su propia empresa y desde su despacho de La Moncloa vendía su producto por videoconferencia. Y su marido, que es muy amable, le puso a su servicio a una asesora de La Moncloa, de esas contratadas a dedo, que le ayudaba a gestionar sus actividades privadas. Casualmente era una antigua compañera, subordinada suya, en la empresa de márketing que mandó a paseo al llegar a La Moncloa. 

Begoña y Pedro vivían un sueño hecho realidad, pero como él levanta tantas envidias y la derecha es tan mala, mala malísima, jueces, políticos y periodistas de la 'fachosfera' se reunieron en un oscuro sótano y decidieron fabricarle un caso judicial a la pobre Begoña. 

Y un malvado juez Peinado se empeñó en hacer su trabajo, en perseguir el delito. ¡Será malvado el tío!. Y vio indicios de delito, el muy canalla. Y el sueño de Begoña se transformó en pesadilla y Pedro, enamorado como pocos, empezó a hacer lo posible y lo imposible para defenderla. De momento sin éxito. Pero esta triste historia continuará, y aquí se la contaremos. 

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